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Carlos Solchaga propone al FMI un cambio básico en la estrategia de la deuda del Tercer Mundo

ENVIADO ESPECIALEl ministro español de Economía, Carlos Solchaga, planteó ayer ante el comité interino -órgano de decisión política- del Fondo Monetario Internacional (FMI) la necesidad de "un cambio en la estrategia básica" de la deuda del Tercer Mundo que contemple su "reducción contractual, basándose en la información que los mercados secundarios están proporcionando, y permita la reanudación de los flujos netos de capital" hacia estos países. Todo ello, matizó Solchaga, "dentro del tratamiento individualizado", sin renunciar a la doctrina Baker.

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El ministro español intervino ante el comité interino -creado en 1973- en representación del grupo de cinco países centroamericanos al que, alternamente con México y Venezuela, representa. En esta intervención la posición española siempre tiene que recoger la postura de sus representaciones -países todos ellos situados en el lado de los deudores-, pero como el propio Solchaga declaró en los pasillos: "Estamos totalmente de acuerdo con ellas en que algo hay que hacer para romper el punto muerto en que se encuentra la actual estrategia".En la cuestión de la deuda, España se ha sumado desde hace ya dos reuniones del comité interino al importante grupo de países industrializados y en desarrollo que aboga públicamente por la introducción de "nuevas ideas imaginativas" en el tratamiento formal del problema de la deuda. En el discurso de ayer, el ministro anticipó que la solución a este problema debe venir por "la concesión de nuevos créditos o bien a través de la capitalización de intereses".

Soluciones imaginativas

En privado, representantes españoles estiman que estas solucíones imaginativas deben incluir a países de desarrollo intermedio (fundamentalmente latinoamericanos) y no reducirse sólo a los más pobres de África, como se mantiene en el seno del grupo de los siete países más industrialIzados del mundo occidental. Este grupo ya aprobó el sábado las líneas maestras de un programa limitado de reducción de la deuda gubernamental para 18 países concretos, todos ellos situados en el área de influencia africana del Reino Unido y Francia. El límite de la asistencia se calcula en 500 millones de dólares anuales de una deuda que supera los 100.000 millones de dólares.Las naciones más ricas de las industriales se aprestan a reducir, dentro de este programa, el volumen de deuda de estos países considerados como los pobres entre los pobres. El Reino Unido y la República Federal de Alemania han prometido reducir los intereses bancarios de los créditos viejos, algunos de ellos hasta dejarlos en sólo dos puntos porcentuales. Francia, a su vez, ha prometido condonar hasta un tercio de la deuda gubernamental que mantiene con estos países. Y hasta Estados Unidos, que se opone terminantemente al concepto filosófico de condonación global, ha aceptado que se amplíe a 15 años la amortización de la deuda de los más pobres.

Compás de espera

La delegación española confiaba ayer que estas iniciativas surgidas en la cumbre de Toronto de los siete países industriafizados celebrada el pasado junio se tradujeran en medidas más completas en esta reunión del comité interino. Pero las elecciones norteamericanas y la existencia de un nuevo secretario del Tesoro, Nicholas Brady, han condicionado en gran medida cualquier posibilidad en este sentido. No obstante, el gobernador del Banco de Japón, Satoshi Sumita, ofreció detalles adicionales que modifican algunas de las propuestas avanzadas por su ministro de Finanzas en la cumbre de Toronto. El nuevo plan establece la concesión de créditos a países de desarrollo intermedio a través del Banco de Exportación e Importación de Japón, sin condicionar la compra de bienes nipones. Así se trata de 40.000 millones de dólares del superávit japonés hacia los países en desarrollo.

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