Faltaban los 'charlores'
Los tres espadas de ayer en Talavera llevan montón de corridas a cuestas, alguno muchos años de matador de alternativa, pero viéndoles con aquello que salió por los chiqueros, parecían los principiantes becerristas que actúan en lo que coloquialmente llaman "parte seria" de los espectáculos cómico-taurinos-musicales, también conocidos por charlotadas. Sólo que no se trataba de un espectáculo cómico-taurino-musical: faltaban los charlores.Gran número de diestros de todos los tiempos, incluidas famosas figuras, inició su andadura en la "parte seria" de las charlotadas; o sea, que tienen su importancia. Mas no es eso lo principal. Cuando anuncian charlotada acude la gente menuda a divertirse con los charlores, los enanitos toreros, la banda. La incorporación de la banda a las charlotadas fue un hito en la historia de la tauromaquia. Entre todas, la más maravillosa es la de El Empastre.
Núñez / Ortega, Espartaco, Oliva
Cinco toros de Marcos Núñez y 4º sobrero de Flores Albarrán, impresentables. Ortega Cano: bajonazo (aplausos y algunos pitos); estocada baja tendida (oreja). Espartaco: bajonazo (oreja); estocada trasera (dos orejas). Emilio Oliva: pinchazo y bajonazo (silencio); estocada trasera baja y siete descabellos (oreja). Plaza de Talavera, 23 de septiembre. Primera corrida de feria.
La banda de El Empastre toca que da gusto, desfila marcial, se sienta en el centro del ruedo, muy seria, venga darle fino a las escogidas piezas de su variado repertorio. Inesperadamente salta a la arena una becerra, y allá van los músicos en veloz diáspora, ruedan las sillas, uno que tropieza, otro que se tira de cabeza al callejón, al del bombo se le caen los pantalones y le entrampilla la becerra el fondillo, saxofones por aquí, clarinetes por allá, y la gente menuda congestionada de la risa. Pena que faltara este acontecimiento ayer en Talavera.
Pena que faltaran los charlores y la banda, dada la miseria que aparecía por los chiqueros, pues la parte seria de la charlotada suele ser bastante aburrida, salvo que el principiante becerrista haga maravillas. No es que salieran becerros, pero casi la eran, o aún peor. Porque sobre anovillado el ganadito, le faltaban pitones, fuerza no tenía ninguna y las tremendas costaladas que se pegaba eran al menudeo.
De pie y de rodillas
Y luego los espadas de la parte seria de la charlotada tampoco hacían maravillas. Al contrario. Ortega Cano hubo de torear uno de los inválidos con la mano altísima, y aún así se le caía. Al otro le ensayó toreo hondo, ligado, la suerte en cargazón -Ortega Cano es de los pocos que se asoman al toreo puro- y, claro, con aquello, resultaba un poquitín ridículo.Más propios estuvieron Espartaco y Emilio Oliva. Espartaco, después de muletear medio tumbado, fuera-cacho, sin molestar para nada a los animalitos (así puede dar tantos pases, con tanta facilidad), se cansó de aquello y se puso de rodillas, pases de rodillas a manta, al aire de los charlores. Aún más veces se puso de rodillas Emilio Oliva, para su bien, ya que el toreo de pie le salía crispadísimo, feo asunto, mientras arrodillado las crispaciones cuadraban a la perfección.
A veces, después de los pases de rodillas, se ponía de pie el torero y entonces era el toro el que se arrodillaba. Qué risa. El torero de rodillas, el toro de pie; el torero de pie, el toro de rodillas. A los charlores no se les habría ocurrido jamás este ameno cuadro, rebosante de ingenio y comicidad. Los maestros, ya se sabe, siempre creando escuela.
Babelia
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