Carmen Quidiello de Bosch
Solidaridad en el Caribe, cariño en Asturias
, "Soy muy mala conversadora. Antes de escribir nada sobre mí, lea, por favor, lo que escribo. Como mejor digo lo poco que sé es escribiéndolo". Ciertamente, toda la agudeza de pensamiento de Carmen Quidiello encuentra su medio sobre el papel. Ella es la esposa de Juan Bosch, presidente dominicano elegido por votación popular en 1963 y derrocado a los siete meses por un golpe militar. Acompañante de 25 años de exilio, en todo ese tiempo, Carmen Quidiello no había vuelto a la tierra de su padre y de sus propias vacaciones de la infancia: Asturias. Este verano, 60 años después, lo ha hecho.
De Juan Bosch escribe: "El más puro azar me colocó en la ruta del que habría de ser el compañero de la vida, que estaba llamado a encamar el modelo de esa vocación de patrias multiplicadas, a pesar de llevar a cuestas el dolor de la suya aherrojada por una dictadura que le obligó a un exilio de 24 años. Conocerlo fue todo y a un tiempo adscribirme a su destino".Sin embargo, su conciencia de los sacrificios y retos antillanos no le viene sólo por ser esposa de quien es. Carmen Quidiello nació en 1915 en Cuba. De niña vivió cinco años en Barcelona. Cuando tenía 15, en tiempos de Machado en Cuba, sus padres le mandaron a Jamaica a estudiar inglés. En aquella colonia británica tuvo la oportunidad de conocer a los jóvenes de otros países de la zona que huían de regímenes totalitarios.
Fue así como adquirió plena solidaridad respecto a los destinos del Caribe, y aprehendió una integridad que no se le ha resquebrajado con la edad. El exilio transcurrió en México, Guatemala, Costa Rica, Venezuela, Cuba, España, "en tantos países, porque había que crear solidaridad por una causa". La República Dominicana, y, en general, todo el Caribe.
"Anatema para los engreídos", escribía hace seis años en uno de los ensayos recogidos en el libro Pajaritas de papel. "Anatema para los insuflados de méritos de ocasión. Para los que se miran el ombligo hondo y retorcido como sus conciencias. Para los pomposos y los remilgados. Para los que tienen falsas vocaciones mesiánicas, pero son incapaces del menor sacrificio. Para los tránsfugas de la conciencia colectiva".
Carmen Quidiello dirige desde hace 10 años una sección semanal de interés cultural y social en el diario de Santo Domingo El Nacional y es colaboradora habitual de la revista Ahora. Ha editado cuatro libros, uno de poemas, uno de ensayos y dos obras teatrales. El último de ellos, Alguien espera junto al puente, aborda el tema de cómo la mujer afronta la soledad en tiempos de guerra. Para construir los tipos femeninos recurrió a los recuerdos de su niñez en Asturias, "de las mujeres enteras, capaces de ser el eje vital de una casa". Al contarlo muestra un retrato de su abuela campesina, mujer de rasgos adustos, cubierta la cabeza por un pañuelo negro.
Este verano ha vuelto a Asturias, y ello ha supuesto el reencuentro con otro tipo de solidaridad: "El cariño y la capacidad de amor de una familia que hacía más de medio siglo que no veía". Carmen Quidiello tiene muchas cosas claras en esta vida, o, por lo menos, las suficientes. "Lo principal es la solidaridad, la integridad y la capacidad de conocerse a uno mismo para poder llevar a cabo lo anterior".
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