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El racismo es pecado, dice el Papa en Zimbabue

Francesc Valls

Con cánticos acompañados de tambores y maracas, y rítmicos movimientos, de hombros y caderas de un grupo de niñas y religiosas, iniciaba ayer Juan Pablo II su contacto con las multitudes, en su segundo día de estancia en Harare, la capital de Zimbabue. En ese encuentro con unas 400.000 personas, el Papa tachó al racismo de pecado, aunque el problema de los refugiados y un llamamiento a la solidaridad económica de los países ricos constituyeron los dos grandes temas que Juan Pablo II abordó en sus discursos de ayer.

La jornada comenzó con un encuentro con los obispos de Zimbabu e en el que el Pontífice pidió el compromiso internacional para combatir el problema de los refugiados. También los prelados del área africana que agrupa a Angola., Mozambique, Zimbabue, Suráfrica, Botsuara, Lesoto, Namibia, Santo Tomé, Príncipe y Suazilandia, reunidos hasta el pasado sábado en Harare, alzaron su voz contra estas sAuaciones de injusticia. En un comunicado invitando a un cambio social en la zona, los obispos atacaron a las superpotencias que alientan las guerras de Mozambique y Angola.Las críticas se referían, asimismo a Suráfrica, sin referirse en concierto a los Gobiernos de otros países de la zona. De todos ellos, probablemente sea Zimbabue donde se produce una mayor cooperación entre la Iglesia y el Estado. El pasado viernes era el propio, Juan Pablo II quien alababa la figura del presidente de aquel país, Robert Mugabe, y ayer, en la misa, fueron los propios obispos quienes rogaron a Dios por el "honorable camarada".

Este dirigente, católico y marxista, se entrevistó en privado con el Papa, al que recibió, junto con toda su familia, bailando, tal como ayer lo hicieron en el hipódromo de Borrowdale los miles de fieles congregados, entre ellos el propio presidente. Hay sintonía entre el mensaje papal y Robert Mugabe.

Zimbabue es un país que está afrontando profundas reformas y contribuye a ayudar a los alrededor de 180.000 refugiados mozambiqueños que han huido de su país a causa de la guerra. No es extraño, pues, que en Harare gusten las palabras del Papa, cuando, como ayer, y ante todo el cuerpo diplomático acreditado en esta capital, les dijo a los representantes de los países ricos que el hambre y los refugiados son dos grandes problemas para África, y " ello debe pesar en las conciencias de quienes pueden remediar estas situaciones".

El Pontífice abogó en este encuentro, así como en otros dos encuentros anteriores con laicos y jóvenes, por un nuevo orden económico internacional basado en la justicia, la paz y la solidaridad. A los jóvenes les recordó, además, que no debían dejarse llevar por la irresponsabilidad sexual.

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