Por un puñado de rublos
Los últimos espías detectados por la OTAN actuaban por simple afán de lucro
, Los espías no actúan ya por convicciones ideológicas ni movidos por pasiones sentimentales suscitadas por agentes enemigos. Sólo actúan por afán de lucro, y sus ganas de enriquecerse están haciendo estragos en la defensa atlántica. En los últimos casos descubiertos, la forzosa discreción en el modo de vida ha impedido a estos espías aprovechar las ganancias amasadas trabajando para la URSS.
Nada en el tren de vida del inquilino de la planta baja del edificio situado frente a la piscina municipal de Bad Kreuznach, en los suburbios meridionales de Frankfurt, podía hacer sospechar a sus vecinos que el arrendatario norteamericano Clyde Lee Conrad, de 41 años, era, probablemente, el espía más importante al servicio de la URSS, de la que había cobrado el equivalente a 132 millones de pesetas, según el diario alemán Bild. La pensión de jubilación de Conrad ascendía a 110.000 pesetas mensuales. Junto con su esposa alemana Antje y su hijo André, de trece años, la familia llevaba, aparentemente, una existencia modesta y tranquila. Sus escasas distracciones consistían en asistir a las fiestas del pueblo, alquilar vídeos en inglés y comer de vez en cuando en una pizzería.En el relato que Antje efectuó sobre su convivencia con Conrad a los hombres del contraespionaje que la interrogaron, sólo llamaban la atención los misteriosos viajes que su marido efectuaba de vez en cuando por cuenta de una supuesta empresa de computadoras para la que trabajaba ocasionalmente y que, probablemente, le servían de pretexto para encontrarse con los agentes húngaros que recogían el material y lo expedían a Moscú.
Si no hubiese sido porque un topo estadounidense en el Este advirtió a la CIA del trasiego de documentos secretos, los servicios secretos occidentales ignorarían todavía que el adversario los poseía. Pero el soplo que llegó del frío desencadenó una gigantesca investigación que, pasando por Estocolmo, Viena y Budapest, condujo en 24 meses hasta este veterano del Vietnam, que a lo largo de sus 20 años de carrera militar se había cubierto de condecoraciones.
Una red completa
El pasado 25 de agosto, un comunicado de la fiscalía federal de Karlsruhe revelaba que Conrad había sido detenido seis días antes. A continuación, otros dos miembros de su red de espionaje, los hermanos Kercsik, de origen húngaro, fueron arrestados en Molndal (Suecia) y cinco cómplices más, incluídos dos soldados norteamericanos, cayeron en manos de la policía."El asunto es especialmente grave", afirmó Kurt Rebmann, fiscal general de la RFA. Su portavoz, Alexander Prechtel, indicó que "puede costarnos meses averigüar la envergadura del daño causado a la defensa de la OTAN", pero las primeras evaluaciones inducen a sospechar que se trata del caso de espionaje más perjudicial para la Alianza Atlántica conocido hasta ahora*
Conrad era el espía idóneo por el puesto que ocupaba. Durante los diez años (de 1974 a 1979 y de 1980 a 1985) en que estuvo destinado a la octava división de infantería mecanizada norteamericana en la RFA fue administrador de documentos clasificados. Cuando se jubiló anticipadamente hace tres años, había reclutado por lo menos a un soldado que siguió proporcionándole material confidencial a cambio, según Bild, de unos tres millones de pesetas.
La lista de los documentos que están ahora al otro lado del telón de acero es impresionante. Abarca desde el trazado de los oleoductos subterráneos secretos hasta la localización de los misiles nucleares en la RFA, pasando por los planes de defensa del territorio alemán en caso de guerra.
También son muy importantes los datos sobre el equipo electrónico anti-radares de los cazabombarderos F-16 norteamericanos vendidos a Bélgica. Estos datos constituyen la principal información vendida al enemigo, a cambio de una suma de dinero aún indeterminada, por el coronel de la fuerza aérea belga Guy Binet, detenido el sábado 3 de septiembre por agentes belgas que habían trabajado en estrecha colaboración con la CIA.
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