Baile para Romero de Torres
Cuatro conocidos cuadros de Romero de Torres han servido a Sara Lezana para idear otras tantas escenas flamencas por ella progatonizadas de manera casi absoluta.El proyecto era no sólo interesante, sino también sugerente, porque la plástica del pintor cordobés se presta de maravilla a esta suerte de simbosios con lo jondo. Pero su realización me parece sin embargo parcialmente fallida.
A rachas se produce un tono pretencioso que decididamente no me gusta, hasta el punto de que lo más valioso del espectáculo, a mi juicio, no es dado siempre que Sara Lezana se olvida de lo transcendente y se pone a bailar simplemente, sencillamente como en el garrotín inicial, o La chiquita piconera.
Las cuatro esquinas (flamenco)
Bailaora, argumento y coreografía: Sara Lezana.Bailarines: Antonio Alonso, José Manuel Alier y cuerpo de baile. Música: Paco Izquierdo. Guitarristas: P. Izquierdo, Rafael Fernández Andújar y el Mami. Cante: Antonio Izquierdo, Merenguito, y Yeyé de Cádiz. Dirección artística: María Paz Ballesteros. Madrid, Centro Cultural Conde Duque, 31 de agosto.
Ahí, sí, la Lezana puede jugar con acierto sus cartas, que son las de una bailaora que no es excepcional, pero que tiene estampa y un conocimiento suficiente del baile. Su cometido es dificil, hay que reconocerlo, porque ha de afrontar un abanico muy amplio de estilos, un abanico muy diverso también, que a veces no tiene casi solución de continuidad.
Arte individualista
Para el complicado empeño que se ha puesto en este espectáculo, Sara Lezana se ha rodeado de un conjunto que resulta irregular.Antonio Alonso es más un bailarín que un bailaor, pero se desempeña con solvencia en el flamenco, como había demostrado ya en su día en el montaje de Medea por el Ballet Nacional. Aller cumple con acierto su cometido antagonista.
El cuerpo de baile actúa mejor en apoyo de las figuras que cuando se queda solo. El flamenco, como ya se sabe, es un arte individualista por excelencia, y cuando es un grupo el que tiene que interpretarlo, difícilmente puede alcazar -y también transmitir- la fuerza y la tensión que se produce cuando hay un solo oficiante. En este caso, además, tampoco ayudó una coreografía poco imaginativa.
Paco Izquierdo ha compuesto una música escasa, que resulta muy ceñida al terna flamenco y a la vez carece de alardes y barroquismos gratuitos, y que en esta ocasión él mismo interpretó secundado por esos dos buenos tocaores que son Andújar y el Mami; resultaron bien en general, muy bien a ratos, Merenguito y el Yeyé, los dos cantaores de la velada.
Todos tuvieron que luchar con un sonido asesino, que evidentemente les tuvo en vilo constante.
Babelia
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