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LAS VENTAS

Unos naturales de Juan Carlos Vera

Palacios /Carretero, Seseña, Vera

Foros de Fernández Palacios (32, sobrero), cinqueños, con trapío y sentido

José Antonio Carretero: estocada ,corta perpendicular baja (algunas palmas y también pitos cuando saluda por su cuenta); estocada caída y descabello ,silencio). José Luis Seseña: media estocada baja descabello (ovación y salida al tercio); seis pinchazos, tres descabellos -aviso- y dos descabellos ,protestas y algunas palmas). Juan Carlos Vera, que confirmó la alternativa: estocada corta atravesada y 12 descabellos (silencio); pinchazo Perdiendo la muleta, dos pinchazos y estocada ladeada (algunas palmas). Plaza de Las Ventas, 21 de agosto.

Al final de una corrida con toros serios, astifinos, cinqueños y peligrosos sorprendió Juan Carlos Vera, nuevo matador en esta plaza, cuando empezó su faena de muleta con pases (le tirón largos para llevarse al toro a terreno de chiqueros, y allí le: enjaretó media docena de naturales y el de pecho. La ovación sonó cerrada y los aficionados madrileños advirtieron no sólo que allí había un diestro que sabe instrumentar el natural, sino también que tiene decisión y una concepción acabada del toreo verdadero.Muy poco más necesitaba la afición para quedar satisfecha, sobre todo habida cuenta de que las siguientes embestidas empeoraban paulatinamente. La segunda tanda de naturales que ensayó Vera hubo de ser más forzada; en los redondos el toro ya empezaba a distinguir el engaño del engañador; en otro intento de natural se tiró descaradamente al cuerpo. El neófito ejecutó entonces unos torerísimos ayudados a dos manos y allí debió culminar la faena. Pero continuó adelante, y como el toraco se había vuelto pregonao, estuvo a punto de perder lo papeles.

El error de Juan Carlos Vera no fue ignorar las condiciones del toro, cuyo peligro estaba claro, y lo aceptaba; fue confundir a la afición de Madrid con el público habitual de las restantes plazas. Por otros pagos quizá la gente rechace las faenas cortas, pero en Madrid la afición sabe ver las condiciones de los toros, y le habría dado puntuación alta si entra a matar precisamente cuando el toro le pidió la muerte después de aquellos ayudados toreros.

Difícil papeleta

De todas maneras, la afición madrileña tomó nota de Juan Carlos Vera, de los naturales y otros buenos muletazos, de algún quite, del estilo, del pundonor con que resolvió la dificilísima papeleta en el toro de la alternativa, que se le colaba en cada pase; en definitiva, del buen corte torero que exhibió.El mismo error de prolongar innecesariamente las faenas tuvo José Antonio Carretero en el quinto, uno de los pocos relativamente manejables que hubo en la tarde, al que dio docenas de derechazos con poco temple y sin ligar ninguno. Ese toro había sido protestado por cojo, lo banderilleó a pesar de que la protesta continuaba y clavó sin acierto. Mejor reunió los pares en el segundo e incluso a este lo muleteó valiente y relajado, aplicando las suertes necesarias para sortear el sentido del animal.

José Luis Seseña embarcó en redondo, con mando y temple, las pocas embestidas boyantes del tercero y cuando el toro empezó a revolverse derrotando al bulto, trasteó eficazmente a dos manos y entró a matar. Hizo la faena justa, difícilmente la mejorarían diestros más veteranos, y el público la premió con una fuerte ovación. En el quinto, al que prendió un buen par el banderillero Candelas, Seseña porfió muy derechazos y naturales, aunque en cada uno de ellos podía sobrevenir la cogida, porque el toro continuamente se colaba, o se paraba en mitad de la suerte y tiraba el gañafón.

La cogida no sobrevino, afortunadamente. Carretero, Seseña y Vera abandonaron la plaza por su propio pie, con la satisfacción de haber lidiado muy dignamente una corrida cinquena , cuajada, astifina y dura, que a otros de más campanillas les habría venido ancha, alta y larga. En realidad, ni siquiera se hubieran puesto delante, por si acaso.

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