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Entrevista:

La lucha de Iris Murdoch por el virtuosismo

"Los artistas son esencialmente individuos libres", dice la autora de 'El mar, el mar'

Pregunta: Sé que usted escribe al menos dos versiones de cada novela.Respuesta: Las dos versiones las hago después de acabar la novela. La invención es lo que resulta difícil; todo está superado, por así decirlo, cuando he acabado de inventarla.

P. El novelista puede tener un interés absorbente por otros seres humanos o puede utilizar la novela como un foro para sus propias preocupaciones y obsesiones. personales,

R. Comienza por un interés por los seres humanos, pero todo escritor va a trabajar inevitablemente con sus propias inquietudes y deseos.

P. ¿Buscan los filósofos el poder?

R. Sí, quieren ser Dios, quieren entenderlo todo.

P. ¿Existe un sentido en el que escribir novelas sea, pues, una distracción para usted?

R. No; escribir novelas es mi trabajo y constituye un serio empeño. Siempre quise ser novelista, pero hubo un tiempo en el que pensaba que quería ser arqueóloga e historiadora del arte, cuando estaba en Oxford.

P. ¿Lo pasa usted bien escribiendo novelas?

R. Sí, disfruto muchísimo escribiendo novelas, pero el inicio de una novela es una época de espantoso tormento, cuando se está lidiando con un montón de piezas sin vida y hay que esperar y esperar hasta conseguir alguna clase de animación.

P. Escribir es también algo enormemente solitario e impide observar y estar con otras personas.

R. Esto es lo que a veces me hace desear escribir para el teatro: ¡se puede tener compañía!

Trabajos y matrimonio

P. ¿Piensa que ha influido en usted el trabajo de su marido como crítico?

R. No creo que él haya influido en mí como novelista. Aunque, evidentemente, si se vive con alguien durante muchos años las mentes de ambos llegan a estar muy íntimamente conectadas. Pero él no hace ningún tipo de trabajo crítico sobre las novelas.

P. Su trabajo al terminar la guerra en la Administración de las Naciones Unidas para la Ayuda y la Rehabilitación tiene que haber sido bastante angustioso.

R. Sí, fue extraordinario. Estaba relacionado con las personas desplazadas, grandes cantidades de yugoslavos y polacos, toda clase de personas que tenían que ser identificadas y buscadas. Muchas de ellas, en particular los yugoslavos, no querían regresar a su país. Se trataba absolutamente de asuntos prioritarios de primera fila, y buena parte del ,tiempo estábamos simplemente preocupados de alimentar a la gente.

P. ¿Qué impresiones le quedan de esa época? ¿Un sentimiento de lucha y ansiedad principalmente?

R. Sí, un caos, y la tristeza de los ancianos. Ayudé a algunas personas más jóvenes a venir a Inglaterra. Pero el problema era tan enorme que no se podía hacer mucho, aparte de alimentarles y ser amable. Existía una descomposición de la sociedad. Al menos fue instructivo ser testigo de todo eso.

P. Me parece que usted ha advertido en otro lugar sobre las insuficiencias del psicoanálisis.

R. Sí, pero no en una forma teórica. No es como si yo hubiera estudiado a Freud y lo hubiera encontrado deficiente, porque de él se obtienen toda clase de ideas y es un gran e interesante pensador. Pero uno de los efectos del psicoanálisis es que le hace a uno concentrarse enormemente en sí mismo, pensar demasiado sobre uno mismo, mientras que el mejor remedio para el sufrimiento es ayudar a otros. Creo que el análisis puede ser útil a la gente como una especie de primeros auxilios. En un cierto sentido, el analista es un instrumento romo, pero puede funcionar como alguien que presta cuidados, y yo pienso que un buen analista hace que el paciente sienta que tiene un valor.

P. ¿Le produce a usted algún tipo de escrúpulo el hecho de que como novelista esté revelando secretos?

R. Yo revelo secretos de los otros, no míos, excepto en el sentido de que, hasta cierto punto, cualquier artista se revela a sí mismo en su obra.

P. ¿Cree usted que revela, si no sus preocupaciones personales, sí sus preocupaciones teóricas?

R. Mis preocupaciones teóricas no entran mucho en mis novelas.

P. ¿Qué les dice a los críticos que piensan que usted tiene una triste opinión del amor marital y de la plena realización, y que deja a sus personajes opción a la felicidad?

R. Bueno, desde luego una novela es un drama, y los dramas se producen cuando existen problemas. Una vida completamente armoniosa no puede producir un drama. Pero los libros están llenos de felicidad; pienso que rebosan felicidad. A pesar del hecho de que la gente lo pase mal -en general, esto es cierto de la novela-, la novela es una forma cómica.

La función del arte

P. ¿Cuál cree usted que es la verdadera función del arte? ¿El consuelo, la educación, el puro placer?

R. La frase que ha utilizado usted -el puro placer- es buena, creo yo. Debemos vivir con un buen arte y no hacernos adictos del arte malo, que es desmoralizante y decepcionante. El buen arte es un placer no contaminado, es felicidad. Aprendemos mucho del arte: cómo mirar el mundo y cómo entenderlo; hace todo mucho más interesante. Es un modo de reflexión, y éste es el motivo de que sea un crimen terrible la intromisión en la obra de los artistas por parte de los Estados totalitarios. A los artistas hay que dejarlos solos, y los críticos también deben dejarlos solos. Creo que los artistas están a menudo en la situación de verse intimidados por los críticos, lo cual es algo monstruoso. Los artistas son esencialmente individuos libres. El arte es una gran sala de espejos, y por eso es tan importante desde el punto de vista político que deba existir un arte libre, porque el arte es un lugar en el que se produce toda clase de reflexión libre. Es un modo de pensar, un modo de conocer. El buen arte puede contribuir a enseñarnos cosas, pero no debe tener como objetivo la enseñanza. La tarea del artista consiste en hacer buenas obras de arte.

Traducción: M. C. Ruiz de Elvira.

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