Ni una embestida
El cartel de la corrida de ayer tenía su mayor interés en los toros, hierro del marqués de Albaserrada, ganadería importante, productora de reses bravías, poderosas e indómitas. Sin embargo, terminada la función, los aficionados abandonaban mohínos el caso, pues los seis Albaserrada que saltaron a la arena dieron un juego decepcionante. No embistió ni uno.Tenían trapío -eso sí- y no se cayeron -eso no-, pero en nigún caso exhibieron bravura, ni poder -excepto el quinto, que derribó e hirió un caballo-, ni esa casta temible que es caracteristica del toro auténtico, lo mismo en el ataque que en la defensa, argumenta el espectáculo provocando emocionantes lances y requiere lidia experta.
Albaserrada / C
Cancela, L. Cancela, Sánchez CuberoToros del marqués de Albaserrada, con trapío, broncos. Carlos Cancela: pinchazo y estocada corta baja palmas y pitos y saluda); pinchazo y estocada corta caída (silencio). Luis Cancela, que confirmó la alternativa: dos pinchazos bajos y estocada corta rasera (palmas y, saluda); estocada corta atravesada y descabello (silencio). Sánchez Cubero: bajonazo descarado (silencio); estocada corta atravesada y escabello (silencio). PIaza de Las Ventas, 14 de agosto.
Los Albaserrada pueden ser bravos o mansos, boyantes o broncos, pero que no embistan es comportamiento muy extraño, que el ganadero-marqués debería investigar a fondo, caiga quien caiga. Ni una embestida cabal dieron los Albaserrada de ayer; se dice pronto. En lugar de embestir, topaban,- en lugar de humillar, levantaban las bien armadas cabezotas observando el panorama por encima de esclavinas y estoquilladores; en lugar de seguir los engaños, se desentendían de ellos durante el viaje y se quedaban de un aire, atontolinados.
No todos se quedaban atontolinados durante el viaje: sólo la mitad; pues la otra mitad abandonaba rápido la guía de capotes y muletas para buscar a los capoteadores y a los muleteros, y lo hacían a tiento de pitón, blandiéndolo violentamente por sus proximidades. Como los capoteadores y los muleteros no estaban locos, ni se les había pasado por la imaginación el suicidio, procuraban evitar todo contacto, es natural, y escapaban ligero de las candentes parcelillas de albero que el toro decidía limpiar, rebañando pitonazos.
Faenas pundonorosas
Luis Cancela porfió muchos ensayos de toreo en redondo al toro de la confirmación de alternativa, Carlos Cancela (su primo y padrino de ceremonia) ajustó bien el número de tandas al segundo, y ambas faenas resultaron valientes, pundonorosas y toreras. Sánchez Cubero trazó buenos ayudados por bajo en la siguiente y no pudo haber más, frente al Albaserrada plúmbeo, flojucho y topón.A los restantes toros, rebañadores de inciertos pitonazos, los machetearon, sin disimulo, y la afición madrileña, que comprende bien estas situaciones extremas, lo aceptó sin el menor reparo. No es que la afición madrileña -don Mariano al frente, la Tumbacristos arriba- hubiera abandonado su acendrada vocación analítica ni depuesto su insobornable severidad. La afición estaba alerta, como siempre, y abroncó a la acorazada de picar, que destruía con sanguinaria saña los lomos traseros de los Albaserrada; al presidente le gritó que tenía mucho morro, por no devolver un toro cojitranco al corral, y a Sánchez Cubero le tocó palmas de tango por pegar un bajonazo. Que conste.
Porque si había mayoría de turistas, con su cámara fotográfica, su botellón de agua mineral, su folleto explicativo, su par de banderillas comprado a la entrada, su mirada de asombro y su cara de lipotimia cuando lo de la acorazada feroz, la minoría aficionada es portadora de valores eternos, que custodia con exquisita diligencia, para lo cual siempre está ojo avizor, mantiene a punto sus privilegiadas gargantas y le echa la bronca al más pintado.
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