Las obras de arte no pagaran impuestos en Francia
El ministro de Cultura francés, Jack Lang, ha expresado su satisfacción por la eliminación de las obras de arte del conjunto de bienes imponibles establecido en el proyecto de ley de Impuesto sobre las Grandes Fortunas (IGF), preparado por el Gobierno Rocard para la próxima reanudación de sesiones del Parlamento.También en 1982, Jack Lang consiguió, igualmente como ministro de Cultura, la exoneración de las obras de arte, en el momento en que los socialistas crearon este impuesto destinado a redistribuir la riqueza. Con ello se consiguieron unos excelentes resultados en el estímulo del coleccionismo privado. En un principio, en cambio, el actual Gobierno socialista moderado de Rocard deseaba incluir las obras de arte entre los bienes imponibles, pero Jack Lang se ha salido por el momento con la suya.
Según ha declarado Lang, "el Gobierno demuestra con esta decisión que Francia es el país del arte y de la cultura, en el que se ofrece hospitalidad a los coleccionistas, a los artistas y a los creadores del mundo". La inclusión de las obras de arte en el IGF hubiera representado, según Lang, un estímulo a la venta y salida de piezas al extranjero.
El propio presidente de la República, François Mitterrand, ha insinuado la inconveniencia de una medida de efectos impopulares como es gravar el arte, lo que ha permitido a Lang afirmar que, una vez más, el presidente de la República habrá sido el protector de las artes y de las letras, no en las palabras sino en los hechos".
Japón y Estados Unidos
La opinión pública francesa es especialmente sensible a las ventas, al extranjero, de obras de arte que originalmente eran propiedad francesa; estas ventas se producen a causa, no sólo de mejores condiciones fiscales, sino principalmente a que los mejores y más poderosos coleccionistas se hallan en Estados Unidos y Japón. Aunque existe una ley sobre el control de la exportación de obras de arte (aprobada en 1941 por el régimen de Vichy), el Gobierno suele aplicarla con mucha flexibilidad.Los partidarios del dirigente de la oposición Raymond Barre, a pesar de su actitud cada vez más próxima al Gobierno de Rocard, han señalado la incoherencia de la exoneración, pues "al excluir los bienes no productivos, se estimula a los capitales a invertir en ellos en vez de hacerlo en la industria". Los barristas tienen fuertes reservas sobre el propio impuesto, prometido por Mitterrand en su campaña y considerado como necesario por la mayoría de los franceses.
Los radicales de izquierda, socios tradicionales de los socialistas y presentes en el Gobierno, desean la inclusión de la obras de arte en el IGF, pero proponen un límite en la exoneración de 100.000 francos (dos millones de pesetas), destinado a estimular la creación joven, y una nueva exoneración durante cinco años de las obras compradas en el extranjero y trasladadas a Francia.
Babelia
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