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Gideon Waldrop: "El talento no depende del origen social"

Dirigió durante 25 años la Escuela Juilliard

Andrés Fernández Rubio

Gideon Waldrop, compositor de 68 años, es el actual presidente de la Escuela de Música de Manhattan y anteriormente fue director de la Escuela Juilliard de Música, Danza y Drama durante 25 años. Estos dos prestigiosos centros privados neoyorquinos (cuyo ambiente se ha reconstruido desde un punto de vista comercial en series televisivas como Fama) ejemplifican un tipo de institución que no tiene equivalencia en España. Waldrop, pese a haber desarrollado su trayectoria en instituciones elitistas, señala que el talento artístico excepcional "puede crecer en cualquier estrato social; se trata de la forma más pura de democracia".

En la película, y luego en la serie Fama, se presentaba a los alumnos de una escuela de artes: un filón melodramático y populachero sobre las emociones y frustraciones de los aspirantes a artistas. La figura del director era importante en esa visión para el gran público pero Gideon Waldrop nada tiene que ver con lo comercial Elegante, discretamente exquisito, se expresa con la prudencia que da haber visto desfilar a muchos supuestos genios que se quedaron en el camino y a otros que sí llegaron.Actores como Kevin Kline y Christopher Reeve, coreógrafos como Paul Taylor, sopranos como Leontyne Price e Instrumentistas como Itzhak Perlman, Pinchas Zukerman, John Browning o Van Cliburn son nombres que han pateado los pasillos de la Juilliard. Hace tres años que Waldrop la abandonó para convertirse en presidente de la Manhattan Scholl of Music, centro en el que aprenden 1.100 alumnos.

Mateo Lorente, pianista español de 20 años que pasó una dura selección, explica que en la Manhattan el sistema educativo se basa en la voluntad individual. La matrícula le cuesta por curso 890.000 pesetas. Se trata de una escuela elitista, y Waldrop se apresura a informar sobre la existencia de becas: "cualquiera que tenga talento nunca será rechazado por razones financieras".

Con un presupuesto de unos 900 millones de pesetas anuales, parte importante proveniente de donaciones, la Manhattan cuenta con un presidente como Waldrop, un excepcional relaciones públicas. Desde la altura de su experencia asegura haber visto a muchos niños prodigio de los que nunca más se supo. "Salvo excepciones", dice, "su fallo está en no haber crecido emocional y culturalmente. El talento excepcional no garantiza una carrera en las artes".

Hay un hecho que reafirma su idea de que el talento es permeable a clases y circunstancias: considera "milagroso" el que un país con una infraestructura musical tan pobre como España haya dado "artistas legendarios" como Casals, Segovia, Larrocha, Caballé, Domingo o Carreras. Él estaría dispuesto a colaborar con cualquier organismo español que crease una escuela "para los mejor dotados". A Madrid ha venido por deseo de la Fundación Isaac Albéniz, que preside Paloma O'Shea.

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