Una casquería
ENVIADO ESPECIALExiste por parte de la empresa de la remozada plaza de La Merced el noble propósito de despertar a la afición onubense del letargo en que estaba sumida. Y lo está consiguiendo. Ayer puso el cartel de no hay billetes. Sin embargo, para que el resurgir se asiente en base sólida hay que prestigiar la plaza. De lo contrario, el aluvión de espectadores, sin aficionados, puede ser pan para hoy y hambre para mañana.
Sería muy saludable empezar por poner el listón más alto en cuanto al ganado. Los tres primeros toros de Juan Pedro Domecq eran impresentables. Sin trapío, sin pitones, sin cara de toros. Los tres últimos lucieron una riada más que decorosa estampa.
Además los seis protagonizaron una pantomima de la hermosa suerte de varas. La mayoría se cambiaron con un picotazo. Ninguno tomó ni siquiera dos varas. Faltó, por lo tanto, la emoción, y sin emoción auténtica es difícil hacer afición. Se puede sorprender a los espectadores, pero no más.
Domecq / T
Campuzano, Espartaco, LitriToros de Juan Pedro Domecq: terciados los tres primeros y aceptables los tres últimos. Flojos y nobles. Tomás Campuzano: oreja en ambos. Espartaco: dos orejas y dos orejas. Litri: Ovación y dos orejas y rabo. Los tres espadas sdalieron a hombros. Plaza de la Merced, 3 de agostro. Primera corrida de las fiestas colombinas.
Tampoco se fomenta la afición con este desmedido afán de cortarle las orejas y el rabo a los toros. Se puede, con ello, poner una casquería, pero la autoexigencia de los toreros forzosamente se relaja. El aficionado sufre, y el espectador, ignorante, sigue sin saber discernir el grano de la paja.
Lo que saben
Los tres toreros, en ese contexto hicieron lo que saben. Campuzano toreaba a sus toros con el pico de la muleta, en faenas larguisimas y matada con prontitud.Espartaco demostraba su gran facilidad para cogerle la distancia a los toros, pero, aquéllo por mor de sus enemigos, carecía de emoción. Se anticipaba al Litri en los destamples temerarios y mataba de sendos estoconazos a sus dos antagonistas. Tras la retirada de Ojeda, ahora si que no tiene competencia el de Espartinas.
El Litri, debutaba como matador de toros en su ciudad natal. Brindó los dos a sus paisanos. Su primero, mansurrón, se quedaba corto y no pudo centrarse con él. Al sexto, bravo y noble, le recetó el litrazo, con cites desde lejos, series mirando al tendido, molinetes de rodillas, revolcón incluido, desplantes sin trastos, etcétera. En fin, el número que ya se sabe y que tanto fervor provoca en las masas. Mató muy bien de sendas estocadas.
Babelia
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