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La URSS muestra a Carlucci un avión supersecreto

Pilar Bonet

El secretario de Defensa norteamericano, Frank Carlucci, fue conducido ayer al campo de batalla por el Ejército soviético, que por primera vez mostró ante ojos occidentales el supersecreto bombardero estratégico Blackjack en la base aérea de Kubinka, a unos 60 kilómetros de Moscú. El Blackjack y las maniobras militares organizadas para el alto huésped estadounidense fueron la atracción de¡ segundo día de estancia de Carlucci en la URSS.

El primero estuvo marcado por una intervención del jefe del Pentágono ante el profesorado de la Academia del Estado Mayor soviético en Moscú.El Blackjack, que tiene un aspecto similar al avión Concorde, pero sin ventanas, es el bombardero estratégico mayor y más pesado del mundo, según los datos del Pentágono. El ingenio puede volar en un radio de 7.300 kilómetros sin necesidad de repostar; se cree que el Ejército soviético ha producido una docena de unidades. Su equivalente norteamericano es el B-1A y su existencia fue revelada por primera vez en 1986, aunque el Blackjack había estado en proceso de desarrollo durante 10 años.

Acompañado del primer vicecomandante en jefe de las Fuerzas Aéreas Soviéticas, el general Boris Korylkov, Carlucci visitó primero un avión de combate Mig-29 y posteriormente el Blackjack, que aparecía reluciente y pintado de blanco sin identificación en su lomo. Los representantes soviéticos se negaron a revelar el nombre ruso del Blackjack. "¿Para qué? ¿Para asustar a la gente", preguntó Korylkov, que se mostró partidario de designar el artefacto con su "número de serie", aparentemente, un " 12" escrito en el fuselaje del aparato.

"Nave muy impresionante"

Durante un cuarto de hora, Carlucci inspeccionó el interior del Blackjack ."No soy un funcionario de inteligencia calificado (...) me dejaron sentar en la cabina del piloto, pero no puedo distinguir un instrumento de otro. Está claro que se trata de una nave muy impresionante", señalaría después el responsable de la Defensa de Estados Unidos. Carlucci inspeccionó también un avión de transporte IL-78 y el helicóptero mayor del mundo, el MI-26.

Desde Kubinka, Carlucci fue conducido a la base de Taman, cercana a Moscú, donde una división de elite realizó varios ejercicios tácticos. Desde una plataforma de madera, Carlucci tuvo ocasión de contemplar con prismáticos cómo se desarrollaba un ruidoso simulacro de combate en el que intervenían tanques, helicópteros y cohetes antitanques. El ministro de Defensa soviético, Dimitri Yazov, se encontraba junto a Carlucci e iba acompañado de su nieto, Oleg.

Carlucci, antiguo vicepresidente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana, se mostró favorablemente impresionado por la "extraordinaria apertura" mostrada por los soviéticos y afirmó que éstos no habían retenido información y habían contestado a todas las preguntas formuladas "directa y rápidamente".

No obstante, la doctrina militar y los recursos que la URSS destina a su Ejército siguen siendo puntos de divergencia en el diálogo militar soviético-norteamericano, según el ministro estadounidense. Este afirmó ayer en una conferencia de prensa que no había registrado cambios en las posiciones soviéticas en lo que respeta a la estructura de fuerzas ni esclarecimiento sobre los recursos militares. Basándose en estas consideraciones, Carlucci consideró importante seguir manteniendo una capacidad de disuasión por parte occidental.

Oficialmente, el presupuesto militar soviético de 1987 fue de 20.200 millones de rublos, lo que suponía un 4,6% del presupuesto total. Sin embargo, especialistas militares occidentales calculan que el presupuesto real es cinco veces mayor.

En opinión de Carlucci, la doctrina soviética, en teoría defensiva, no se refleja en la estructura de fuerzas de su Ejército. La URSS no entiende, según el político estadounidense, la "naturaleza defensiva" de la doctrina de la OTAN.

Carlucci se pronunció por la continuación del diálogo y dijo haber invitado al ministro de Defensa soviético Dimitri Yazov a visitar EE UU.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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