Bruce Springsteen encandiló con sencillez
A las nueve y cuarto salió Bruce Springsteen al escenario ante el delirio de los 60.000 espectadores que abarrotaban el estadio Vicente Calderón. En la mano, globos en forma de corazón. Pasó por una taquilla y gritó: "¡Hola Madrid! ¿Estais listos?". Acto seguido comenzó con la canción Tunel of love de su último disco: "Un hombre gordo, sentado en un pequeño taburete, me quita el dinero de la mano mientras te mira y me da dos entradas. Sonríe y dice: ¡Buena suerte! abrázate a mí, vamos a descender por el túnel del amor". Este fue el comienzo de una actuación que encandiló a todos los asistentes. En la segunda canción, se adentró en el terreno del rythm and blues con la canción Boom boom popularizada en Europa por Los Animals, logrando una excelente versión. El público ya estaba entregado ante la energía, potencia y sencillez de planteamientos de este norteamericano de 38 años. A su lado, a imagen y semejanza de Springsteen, vestidos de negro (excepto el saxofonista Clarence Clemonds, de rosa) la E Street band tocando como si fuese la primera vez, con unos componentes que rozan los 39 años de edad media.
Comunicación estrecha
E Street Band y Bruce Springsteen lograron en Madrid, al final de una extensa gira que se inició el pasado 25 de febrero en Boston y saltó a Europa el 11 de junio en Turín, una comunicación estrecha, directa y personal que es difícil de igualar en el sofisticado panorama del rock actual.
Tras un: "Mucho calor, ¿no?" continuó con un repertorio poco habitual en su gira. Llegó The River y Badlands una de las canciones más representativas de su repertorio: "El pobre quiere ser rico, el rico quiere ser rey y el rey no está contento hasta que no lo decide todo". Textos de hace años de un Springsteen que toda vía estaba en el camino de convertirse en la estrella del rock que es hoy.
"Esta es una canción sobre una mujer. . .", presentó encaste llano. Con un sentido del espectáculo, tan cuidado como espartano, logró más tarde que los 60.000 espectadores entonasen Born in the USA: "Nacido allá en el pueblo de un hombre muerto, el primer sobresalto que tuve fue cuando toqué el suelo. Uno acaba como un perro al que han pegado demasiado".
Finalizó la primera parte interpretando a uno de sus maestros en una de sus más bellas canciones: Bob Dylan y Chimes of freedom, mientras el público gritaba: ¡Torero, torero!". A Bruce Springsteen le sienta como un guante lo que escribió Jack Kerouac: "Esa sensación de locura cuando el sol calienta y la música brota de una máquina de disco". Logró una comunicación directa que su carisma la convierte casi en un cara a cara.
Tras más de media hora de descanso, la segunda parte comenzó con una alternativa. Junto a Clarence Clemons, apareció en el escenario su hijo, que apenas levanta dos palmos del suelo, pero que ya se cuelga el saxo. Springsteen, con chaleco y corbata de lazo, abrazó al saxofonista y el ambiente volvió a caldearse. Después, con escenografía recordando a los años 60, rock and roll clásico y a continuación soul, las dos raíces más importantes en las que se sustenta la inspiración de Bruce Springsteen. Continuó bailando con Patti Scialfa, dando paso a la parte más estudiada de cara a la galería. Springsteen ofreció en Madrid un concierto bien desarrollado, estudiado al detalle y que mostró el largo y provechoso camino recorrido por un cantante que comenzó su escalada con Born to run: 'Algún día, chica, no sé cuando, llegaremos a ese sitio donde queremos ir y pasearemos al sol. Pero hasta entonces, los vagabundos como nosotros nacimos para correr".
Hoy Bruce Springsteen cierra su gira mundial en Barcelona, en condiciones bien diferentes de las de su actuación del 21 de abril de 1981 en esa ciudad. Hoy Bruce Springsteen es un triunfador total. Han sido más de 60 ciudades de América y Europa y tres millones de personas habrán asistido a sus conciertos. En septiembre le espera una gira organizada por Amnistía Internacional para conmemorar el 4 aniversario de la Declaración de Derechos Humanos.
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