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Escamoteo de pitones

Sepúlveda / Manzanares, Manili, SoroCuatro toros de Sepúlveda, sospechosos de afeitado, flojos, descastados; 42 y 52 de Martín Peñato, sospechosos de pitones, mansos.

Manzanares: pinchazo hondo (silencio); dos pinchazos bajos y estocada corta caída (bronca y almohadillas).

Manili: estocada delantera (oreja); dos pinchazos y media estocada caída (silencio). El Soro: dos pinchazos -aviso-, pinchazo y estocada delantera (silencio); tres pinchazos y estocada corta perpendicular ladeada (palmas y pitos).

Plaza de Valencia, 29 de julio. Sexta corrida de feria.

La punta del cuerno se llama pitón y de eso no hubo ayer en la corrida de Valencia. Feo asunto. El toro tiene par de cuernos, con sus pitones, si son enteros; es decir, seis toros decentes han de presentar 12 pitones íntegros, en Valencia y en toda tierra taurina. Un pitón de menos carecería de importancia: a cualquiera le puede pasar que se le pierda un pitón al tropezar en una esquina. Pero 12 pitones son muchos pitones. Alguien tuvo que escamotearlos y procede una investigación para averiguar quién fue el escamoteador, quién el inductor, quién el cómplice.

La investigación es tarea que corresponde al presidente, pues para eso ocupa el palco, investido de autoridad máxima en la plaza. No es tarea que corresponda al público, en absoluto. El público ya paga su entrada, aplaude cualquier cosa, merienda a la hora debida, se desgañita cuando advierte escamoteos de pitón. El público valenciano suele ser contemporizador, benevolente y escasamente crítico, de manera que muy escandaloso ha de ser el escamoteo de pitones para que lo advierta.

Ayer lo estuvo advirtiendo toda la tarde, en general, y en los tres primeros toros en particular. Si del primero alguien lograra demostrar que no estaba afeitado hasta los tuétanos ni pinchado en vena, nos llevaríamos una sorpresa enorme. Ese toro despitorrado amorraba de continuo buscando muelle herbazal donde alucinar, y aunque caía en reseca arena, lo mismo se habría abandonado allí a sus ensoñaciones, si no fuera porque le molestaba Manzanares agitándole inoportuna muleta.

Manzanares se ponía finísimo para la agitación, y contemplaba, altivo, cómo le claudicaba hocicante a un lado la ruina drogadicta. Ante el genio de su otro toro, procedió Manzanares de la siguiente guisa: permitió que lo mecharan la riñonada cuatro puyazos carniceros, no permitió que le pasara cerca ni una vez, se echó fuera en la suerte suprema, escuchó broncas, libró botes, vio planear montón de almohadillas, enjugó el sudor, se guareció en el callejón.

Manili se arrimó a los toros de escamoteados pitones. Manili está en racha de éxitos, ve muy clara la lidia, aplica una excelente técnica para encelar y lo hace con valentía. Así en todas partes, con pregonaos o con la fiera que salga. Por eso cuando tenía a su vera cornamentas aplatanadas, permitía que le resobaran los alamares y luego le entraba la risa. A las postrimerías de su aclamada faena al segundo borrego, se descaró metido en el platanar y reía, mirando al público. El quinto también fue peor toro, descastado-violento, y para excitarle la codicia, enlazaba la suerte natural con la contraria, presentando siempre la muleta en los hocicos de la bestia, consintiendo su peligrosa cercanía. A la gente le impresionó este Manili pundonoroso y lidiador.

Banderilleó El Soro y su primer par quedó en lo alto de un brazuelo. Cuarteó otros a burropasado y reunió bien el último de la tarde, de dentro a fuera. A la sexta fue la vencida. Y no hubo más Soro en la tarde. Tan descastados, remolones y sueltos sus toros como los restantes, embarcaba con el pico, vaciaba a la lejanía y, claro, le facilitaba al manso la huida. Soro y sexto toro dieron juntos tres vueltas al ruedo. Aquel endilgando derechazos, este quitándoselos de encima. Era la versión loca del pegapasismo galopante. El público se sintió defraudado con toda la razón del mundo: tras escamotearle los pitones, le escamoteaban el toreo. Se diría que había acudido a la plaza sólo a merendar; pero para tal propósito, mejor se está en la playa.

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