Silencio
Ni una sola voz. Nadie se levanta a hablar. Los oficiales de la guerra estamos envueltos en silencio. Ni una voz a nuestro favor ni en contra. Silencio. Ni siquiera el silencio del cementerio adonde va a veces el recuerdo de alguien: Ni siquiera el recuerdo. Como si les avergonzáramos, como si la derrota fuese lo único que recuerdan. Los jóvenes historiadores se afanan en explicar aquello y en contar los muertos. Es curioso. No se cuentan los mutilados de alma, los que caminan con la cabeza gacha por lo que vieron y sufrieron y también por la derrota. Y por los años. Y por este olvido, este silencio rencoroso. Aquí estamos los viejos oficiales de la República, los legales, los únicos y auténticos legales, amontonados en la miseria.-
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