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LA LUCHA POR LA PAZ EN EL GOLFO

lrak anuncia el regreso a su frontera tras tomar miles de prisioneros

JAVIER VALENZUELA ENVIADO ESPECIALIrak está decidido a aprovechar los que pueden ser últimos momentos de la guerra del Golfo para consolidar su actual ventaja militar y, en particular, para capturar el mayor número posible de prisioneros iraníes. Tras sus ofensivas terrestres de ayer y anteayer, en las que sus tropas capturaron territorio enemigo a lo largo de toda la frontera, Irak afirma, tener 8.000 nuevos iraníes en su poder y ha anunciado que ya inició la retirada de los territorios recién conquistados. Radio Teherán pidió ayer una movilización general de voluntarios contra lo que calificó de "nuevas agresiones iraquíes"

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Bagdad se comporta aún como si Teherán no hubiera aceptado el pasado lunes un alto el fuego incondicional,una decisión que para el imam Jomieini fue "más mortal que tragar veneno". Pero, sobre el terreno, las armas siguen ladrando. La paz tiene aún una oportunidad en la visita que la próxima semana -probablemente el martes- efectuarán a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York los ministros de Asuntos Exteriores de los dos países belioerarites.En el frente, dos soldados iraníes cayeron con los brazos y piernas abiertos. Diez días bajo el sol del desierto han convertido sus cadáveres, en muñecos de trapo, sacos de huesos y pelIejo, recubierto por uniformes marrón claro. Sus cabezas, eso sí, conservan un inconfundible y terrible aspecto humano. La tez ha adquirido un color chocolate y los ojos son cuencas vacías, pero por la abierta boca los aún intactos dientes parecen sonreír a los periodistas.

Los dos soldados murieron el pasado 12 de julio, cuando las tropas del presidente iraquí, Sadam Husein, recuperaron -n un periquete la región de Subeidat, a unos 300, kilómetros al sureste de Bagdad. Irak estaba en la cresta de la ofensiva iniciada en abril, con la reconquista de ¡a península de Fao. "La liberación de Fao", ha dicho Sadam Husein, "es el acontecimiento más importante de la historia militar árabe".

Todo vale para expresar la euforiairaquí por su presente posición de fuerza. Incluso posar allí donde cayeron los cadáveres de dos enemigos, para que puedan fotografiarlos los periodistas extranjeros invitados a testificar la victoría de Subeidat. En ese lugar hay un repugnante olor a carne descompuesta la temperatura. es de más de 40 grados a la sombra, con la agravante de que no hay ninguna. Las que durante seis años fueron trincheras de los soldados de Jomeini se alzan ahora vacías en medio de un erial de lomas peladas, aradas por las cadenas de los carros de combate.

Los iraníes no debieron oponer mucha resistencia. En sus antiguas posiciones se encuentran cajas enteras de rriuniciones abandonadas, guisos podridos sobre cuencos metálicos, sandalias de plástico y, apresado en un matojo, un sobre. El sobre tiene sellos de la República Islámica, está fechado a principios de este mes y guarda una carta escrita en farsi. El soldado destinatario apenas tuvo tiempo de darle una ojeada antes de que la furia iraqui se abatiera, sobre él y sus compañeros.

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Editorial en la página 10

Irak desconfía de la aceptación iraní del alto el fuego

Viene de la primera páginaLos oficiales de la mejor máquina bélica del mundo árabe muestran con orgullo las trincheras conquistadas en Subeidat. Están levantadas sobre el modelo de la I Guerra Mundial, con arena, cajas de municiones, sacos terreros y alambradas de espino.

En una de ellas, los iraníes habían instalado su huseiniya, una especie de mezquita de campaña. El gran salón semisubterráneo está alfombrado de libros religiosos desencuadernados por los iraquíes; un retrato del ayatolá Montazeri ha sido desgarrado con una bayoneta.

"No nos fiamos de Jomeini, Rafsanyani, ni ningún clérigo del régimen iraní. Su aceptación del alto el fuego es casi seguro un truco para ganar tiempo", dice un coronel iraquí que, como el resto de la oficialidad, imita el estilo de Sadam Hussein: mostachos, rostro redondo, gafas de sol, boina negra, traje de combate y pistola al cinto.

En el mismo momento en que los periodistas visitan Subeidat, mediodía del pasado -viernes, la guardia presidencial y el segundo cuerpo del Ejército iraquí reconquistan, más al norte, la colina de Sanuba y parte de la región fronteriza de Saif Saad. Al día siguiente, ayer, "limpian" otra porción ocupada de su territorio en el sector meridional del frente.

Irak, consciente de su posición de fuerza, pretende llegar al alto el fuego habiendo recuperado "hasta la más mínima pulgada del territorio conquistado por el enemigo", afirma el comunicado de guerra número 3.629. Los actuales objetivos del Ejército de Sadam Husein son "la destrucción del mayor número posible de fuerzas enemigas y la captura de muchos prisioneros, para garantizar la repatriación futura de los iraquíes en manos de Irán".

Irak se muestra reticente a la misión mediadora que hoy emprende en Teherán y luego continuará en Bagdad una comisión de expertos de la ONU, dirigida por un militar noruego. Irak estima que los dos contendientes deben negociar directamente, y no sólo el alto el fuego, sino "una paz duradera", a partir de un plan de cinco puntos que los actuales vencedores han elaborado. La resolución 598 parece no serle ya suficiente.

Un poco más allá de donde yacen los dos cadáveres dejados como souvenir de la batalla de Subeidat están las últimas posiciones iraquíes previas a la frontera internacional. Un soldado, ríos de sudor bajando de su casco soviético, atiende una batería antiaérea. Se le ve tranquilo, seguro de que los iraníes, situados a unos tres, kilómetros hacia el Este, no están en condiciones de intentar nada.

Nacionalismo shií

Al dejar Subeidat, los periodistas pasan junto a los espléndidos palmerales que bordean el Tigris. Cada poco, Sadam Husein sonríe desde un inmenso retrato. Por la ribera del río caminan hombres vestidos con blancas galabies y mujeres cubiertas con el negro chador. Son shiíes, la mayoría de la población del país situado en la antigua Babilonia. Jomeini creyó que en esta guerra optarían por hacer frente a su presidente, el sunita Sadam Husein. Se equivocó, porque los shiíes de Irak escogieron el nacionalismo árabe en vez de los lazos religiosos que les unen a los persas. Esa fue una de las razones por las que la República Islámica de Irán no pudo ganar la guerra y su revolución no se extendió hacia el Oeste.

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