Cine en el papel
Hay dos lados en la obra cinematográfica de Chandler. Uno está en sus guiones, uno de ellos tan célebre como el de Extraños en un tren, que, sobre un relato de Patricia Highsmith, realizó Hitchcock.Pero Chandler fue escritor de cine con fines alimenticios. No le agradaba Hollywood. Soportaba mal renunciar a la voluntad de estilo que conlleva esta dedicación. Pero la huella de ese su estilo asomó en los brillantes diálogos de sus guiones, que sin embargo (incluso desde el punto de vista cinematográfico) eran inferiores a los de sus novelas.
Cuidaba tanto Chandler su prosa, que jamás se prestó a escribir él mismo los guiones de películas basadas en narraciones suyas. Y son estas narraciones, sus novelas en cuanto tales, las que de veras influyeron en el cine y determinaron incluso aspectos básicos de la evolución, en los años 40, del género negro.
El sueño eterno, Adios muñeca y El largo adiós obtuvieron varias versiones filmadas. También se realizaron filmes sobre La dama del lago y otros de sus relatos. Pero fue del estilo del escritor, de su enriquecimiento del relato policíaco con una arrolladora inventiva visual (que está ahí, palpable, en el papel de sus libros) de donde Hollywood extrajo la más profunda aportación de Chandler al cine.
Entre los renglones de sus libros, Chandler supo (como sin proponérselo lograron a su propia manera London, Hammett, Lardner, Hemingway o Scott Fitzgerald) incrustar, como entretela sutil y transparente, una dinámica de la imagen que, ya en su misma condición literaria, es una averiguación en las profundidades del thriller fílmico. De ahí que sea su obra como literato más rica para el cine que su obra como cineasta.
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