Música de cámara en el Alcázar
La New American Chamber Orchestra, que dirige Misha Rachlevsky (Moscú, 1946), inauguró el jueves en el patio de armas del Alcázar la XIX Semana de Música de Cámara, un ciclo que, sin mayores alharacas, mantiene continuidad, calidad y definición. Sus organizadores y patrocinadores no pretenden una manifestación musical minoritaria; al contrario, buscan la creciente incorporación de nuevos públicos a un género musical entendido en su mayor amplitud.El conjunto americano ha adquirido fama universal en sus cuatro años de vida. Está constituido por jóvenes instrumentistas que a su categoría profesional unen una entrega entusiasta a su misión, lo que se refleja en todas las versiones, cualquiera que sea su estilo. La Serenata de Elgar fue expuesta con tensa expresividad, lo que enalteció la figura siempre discutida del maestro británico, a cuya música no puede negársele efusividad lírica y nobleza en su estilo y sentimiento pararromántico.
Shostakovich tiene e n su Cuarteto número 8, bien sea en la versión original, bien en la ampliación instrumental que constituye la Sinfonía de cámara opus 110 bis, una de sus creaciones más hondas, amargas y estremecedoras. Quiérase o no, a la hora de antologizar los clásicos del siglo XX, habrá que contar con obras de tan exigente y grave belleza. La Nueva Orquesta de Cámara Americana extrajo de los pentagramas del soviético todas sus posibilidades, y a ellos añadió, a modo de corolario, el primer contrapunto de El arte de la fuga, de Johann Sebastian Bach. Se trata quizá de un punto de reposo desde el que otear la continuidad espiritual de la música europea a través de los tiempos.
La casi schubertiana delicia que es la Sonata en sol para arcos, de Rossini, puso fin a un concierto ejemplar después de la intervención en tres fragmentos de Bach, Pergolesi y Schubert de la joven soprano mallorquina de ascendencia griega Elena Crinis, que se formó en Alemania y a la que es fácil señalar detalles muy meritorios, aunque dentro de una actuación un tanto desigual.
Sabiduría
La segunda jornada de la semana llevó al mismo escenario alcazareño al Cuarteto Cassadó para interpretar con excelente orientación el cuarteto de la Serenata de Haydn, el segundo de Arriaga, de anticipada sabiduría contrapuntística, y el americano de Dvorak, en el que el autor de la Sinfonía del Nuevo Mundo responde a sugerencias estilísticas enraizadas en los diversos folciores estadounidenses. Víctor Martín y Domingo Tomás (violines), Emilio Mateu (viola) y Pedro Corostola (violonchelo) deben mantener esta agrupación, que a sus valores añade una importante significación: la de permanente homenaje a la figura, un tanto olvidada, de Gaspar Cassadó, uno de los grandes en la historia del violonchelo contemporáneo.El público respondió con entusiasmo, y buena parte de él marchó a la plaza Mayor para asistir a la clausura popular del curso de interpretación que ha dirigido el violonchelista segoviano Joaquín Vidaechea.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.