_
_
_
_
Tribuna:LOS PROBLEMAS AMBIENTALES DE LA AGRICULTURA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ecología y empleo

La preocupación por conciliar economía y ecología tiene sus precursores en España y en la comunidad científica internacional, y por sus obras los conocemos. No es cuestión de hacer un repaso bibliográfico de obras y autores, pero en nuestro país está el caso singular de José Manuel Naredo, referencia obligada al plantearse este tema, ahora presente en toda clase de estudios y programas que preocupan a Gobiernos y Administraciones. Desde su primera obra, La evolución de la agricultura en España, Laia, 1971, hasta la reciente aparición de La economía en evolución, coeditada por el Ministerio de Economía y Hacienda y Siglo XXI, hay casi dos décadas, en las que la evolución del pensamiento económico-ecológico queda reflejado en las obras de este autor, que alterna la reflexión teórica con aplicaciones al campo de la agricultura y los recursos naturales.No es mi propósito glosar aquí la obra de nadie, pero me resulta difícil hablar de mis experiencias actuales en el campo de la agricultura biológica sin referirme a las reflexiones más amplias que las envuelven y que en buena parte vieron la luz en el libro colectivo Extremadura saqueada: recursos naturales y autonomía regional, Ruedo Ibérico, 1978, realizado bajo el impulso de José Manuel Naredo y Mario Gaviria. En este trabajo se señalaba la posibilidad de implantar un modelo agrario que respetara la fertilidad del suelo y el reciclado de materiales, evitando la dependencia económica.

Lo que ayer era utopía, ideología y falta de visión política en suma, hoy es objeto de preocupación, teórica al menos, de diversos colectivos y administraciones, y sus aplicaciones prácticas difícilmente pueden ignorarse.

Tenemos en el suroeste español más de seis millones de hectáreas de fincas adehesadas, susceptibles de aprovechamientos mixtos, que van desde la actividad ganadera con razas autóctonas hasta los cereales-leguminosas en los secanos y hortalizas-frutales en los regadíos, aparte de otros aprovechamientos importantes, como son la caza, miel, quesos, jamones y diversos productos silvestres.

En muchas de estas áreas adehesadas se dan condiciones extraordinarias para la práctica de una agricultura respetuosa con su entorno y con la calidad de sus productos. Una agricultura ecológica o biológica que, sin la utilización de productos químico-sintéticos, podría acogerse a una denominación específica para defender la calidad de sus productos, cada día más apreciada en los mercados europeos y en nuestro propio país.

Precisamente ahora, a propuestas de los ministerios de Agricultura y Sanidad, va a ser aprobado, por fin, un decreto que regula la denominación de calidad de este sector en España, anticipándose a casi todos los países europeos en los que circulan estos productos cada día más. Ello nos coloca en una situación privilegiada, porque son infinitamente mayores las posibilidades españolas con respecto a este modelo agrario dentro del área de la CEE.

Puestos de trabajo

Por poner un ejemplo práctico de las posibilidades de este sector, digamos que una sola finca adehesada, en la comarca de la Serena, reconvertida a este modelo, de 300 hectáreas, con 25 de riego y Con una inversión de 50 millones de pesetas, genera un empleo equivalente a 18 puestos de trabajo. Cualquier conocedor del área adehesada española sabe que las posibilidades de transformaciones de este tipo podrían llegar muy bien a un 10% de la superficie total. Considerando, no obstante, que sólo un 1% de estos seis millones de hectáreas fueran susceptibles de este tipo de transformación y reconversión, nos encontraríamos con que 60.000 hectáreas podrían dar empleo a 4.200 trabajadores, con una inversión de 11.634 millones de pesetas.

Esta primera etapa reconversora, plenamente viable, podría ser el rodaje e inicio de objetivos mayores que devuelvan a ciertas zonas agrarias una autonomía que tal vez nunca debieron perder. Esta tarea es compatible con la conservación de¡ bosque mediterráneo, al tiempo que ofrece la posibilidad de empleo a cifras nada despreciables de población, sin moverlas de su entorno y aprovechando la propia cualificación que aún no han perdido.

Para desarrollar este sector en el sentido que apuntamos sería necesario, lógicamente, que la Administración no se contentara solamente con la creación de un marco normativo, siendo esto muy importante. Sería necesario, además, otra serie de medidas que realmente demostraran una voluntad política de darle a este sector la importancia y el espacio que las circunstancias de hoy demandan.

La primera de estas medidas sería destinar recursos financieros en condiciones adecuadas, así como incentivos y subvenciones que favorecieran este proceso reconversor en las áreas donde es viable, al igual que se hace con otros sectores productivos.

La segunda es la colaboración de la Administración en el trabajo de investigación y experimentación que a través de proyectos mixtos habrá que desplegar en orden a conseguir la recuperación y mejora de razas y simientes autóctonas.

Digamos, para concluir, que sobra ya literatura y declaraciones de reconocimiento y análisis de este modelo agrario. El sector ha empezado a moverse con dinamismo y proyectos concretos. Los consumidores acogen positivamente estos productos, especialmente en Madrid y Barcelona. Si a este primer paso de la Administración en orden a la regulación jurídica le siguen otros en el sentido que apuntamos, podremos ver en breve el comienzo de un proceso reconversor de ciertas zonas agroganaderas de nuestro país que cuentan con. una situación privilegiada para unas producciones cuyos mercados van a crecer exponencialmente dentro y fuera de España.

Juan Serna ha sido consejero de Obras Públicas de la Junta de Extremadura.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_