Un francotirador
El puerto del Musel, donde se celebra la Semana Negra, fue una fiesta permanente. Los atónitos visitantes pudieron observar, por ejemplo, como un francotirador, instalado en lo alto del edificio La Sirena, donde se halla la oficina de prensa del festival, disparaba sobre una indefensa joven refugiada en el prado donde actúan los músicos; un sacerdote, rosario en mano intervino para defender a la desvalida muchacha y no dudó en cantar alegres canciones para aplacar al fiero francotirador; sonaron sirenas, intervino la policía, hubo un cruce de disparos, algunos de los presuntos espectadores cayeron al suelo; llegó una ambulancia y se llevó a los heridos, mientras los bomberos intentaban coger al francotirador y el público le gritaba "Tírate, tírate".
Todo sucedió en minutos y fue obra de los chicos del Instituto del Teatro, que realizaron un ágil y convincente montaje. El público aplaudió bajo la lluvia y los escritores, cansados, mojados y satisfechos se fueron a cenar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.