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Maternidad / paternidad

El 27 de septiembre de 1987, el Consejo de Ministros examinaba y daba luz verde al primer plan para la igualdad de oportunidades de las mujeres que se ha elaborado en España. Constituido por 120 actuaciones relacionadas con el ordenamiento jurídico, la educación, el empleo, la salud, la cooperación política y el asociacionismo, había sido previamente aprobado por el consejo rector del Instituto de la Mujer.Las propuestas elevadas por dicho organismo interministerial al Consejo de Ministros fueron consecuencia de las conclusiones del Informe sobre la Situación Social de la Mujer, en el que se ponía de manifiesto que, a pesar de los importantísimos avances conseguidos, sobre todo en la educación y en el ordenamiento jurídico, las mujeres seguían encontrando grandes obstáculos de índole material y cultural para hacer compatible su vida profesional con su vida familiar y para ser aceptadas en trabajos cualificados o considerados tradicionalmente masculinos, así como para desempeñar responsabilidades políticas.

Entre los datos que el informe destacaba se encontraba el aumento de la tasa de actividad de las mujeres casadas, así como los altos niveles de cualificación que estaban alcanzando las jóvenes, cuyos rendimientos escolares y académicos superaban los de los varones de su misma edad, a pesar de lo cual su tasa de paro era considerablemente superior. Por todo ello, entre los grandes objetivos del plan de la igualdad se incluyeron los de hacer descender el desempleo femenino y la segregación laboral por razón de sexo, así como el de hacer posible el ejercicio de la maternidad y la paternidad con la vida profesional.

A este último objetivo se dirige, en gran parte, el proyecto de ley que el Consejo de Ministros aprobó el 17 de junio pasado, que, como dice su exposición de motivos, incluye varias de las actuaciones del plan para la igualdad, entre ellas la de prolongar en dos semanas el permiso por parto (que en el caso de la adopción será de seis semanas para el padre o la madre adoptivos de un menor de cinco años) y la de establecer la reserva de puesto de trabajo para las excedencias por maternidad o paternidad que no superen a un año.

Un editorial de EL PAÍS ha criticado dichas medidas, calificándolas de natalistas y contrarias al empleo femenino, al mismo tiempo que calificaba de florero al Instituto de la Mujer, lo que no viene muy a cuento, ya que el Gobierno ha aprobado, en esta ocasión, modificaciones legislativas propuestas precisamente por el Instituto.

Desgraciada e injustamente, la maternidad, que es un derecho individual pero también el resultado del comportamiento de dos personas -un hombre y una mujer- y una importantísima, función social, representa una clarísima desventaja para las mujeres en su intento de alcanzar la igualdad de oportunidades con los hombres, especial aunque no exclusivamente en relación al empleo. Para remediarlo se deben tomar varias medidas:

1. Las relacionadas con las actitudes para conseguir que los varones compartan el cuidado de los hijos. En este sentido, el plan para la igualdad comprende dos tipos de actuaciones, las relativas al sistema educativo (estableciendo, entre otros, cursos de aprendizaje práctico de todas las destrezas y actividades necesarias para la vida doméstica, en la enseñanza obligatoria) y la de realizar campañas de sensibilización para toda la población en los medios de comunicación.

2. Las dirigidas a que la salud y el empleo de las mujeres se encuentren suficientemente protegidas, cuando se produce una maternidad, frente a los posibles abusos de los empresarios. El embarazo, el parto, el posparto y la posible lactancia exigen, desde el punto de vista sanitario, una serie de condiciones para que la calidad de vida de la población sea la adecuada.

El empresario no pierde

Algunas superwomen, para no incidir negativamente en su carrera profesional, y muchas mujeres a las que no les queda otro remedio, prescinden de esos mínimos cuidados y precauciones que hay que tener antes y después del parto, lo que es un verdadero disparate, salvo en aquellos casos excepcionales en que se cuenta con una salud de hierro, un marido o compañero maravilloso que va a la compra, guisa, limpia y cambia pañales y/o se tiene dinero suficiente para contratar ayuda doméstica.

El plan para la igualdad incluye en este sentido la prolongación del permiso por parto, que será obligatorio para el empresario en su totalidad, cuando así lo solicite la trabajadora, pero sólo en seis semanas después del parto para esta última, así como la obligación de la empresa de la reserva, del puesto de trabajo al padre o a la madre que disfruten de un año de excedencia después del nacimiento de un hijo. Al empresario estos cambios no le van a costar un duro, salvo que acuerde alguna mejora en negociación colectiva y, dada la actual flexibilidad de contratación, se podrá fácilmente contratar a otra persona para sustituir interinamente a quien disfrute de los permisos posibles.

Si además tenemos en cuenta que el número de hijos por mujer es; actualmente en España de 1,7, nadie debe rasgarse inútilmente las vestiduras ni tampoco hacerse: ilusiones creyendo que la natal¡dad se puede incentivar con medidas como las que el Gobierno acaba de aprobar. Las mejoras introducidas van a aliviar el peso de la maternidad sobre las mujeres, a impedir que pierdan su puesto de trabajo en los casos de excedencia, como ha ocurrido tantas veces hasta ahora, y a permitir contratar a otras personas temporalmente, con lo cual se contribuye al reparto que todos deseamos del trabajo disponible. Pero no cambiarán sensiblemente las pautas de comportamiento en relación a la natalidad porque para que las parejas, y sobre todo las mujeres, modifiquen sus actitudes al respecto serían necesarias muchas otras medidas (creación de muchos servicios para cuidado de niños en edad preescolar, permiso más extenso para el padre por nacimiento de hijo, etcétera) y, sobre todo, que las actuacioens iniciadas en el sistema educativo den su fruto (para lo cual se necesita tiempo), de tal manera que hombres y mujeres compartan, tanto como sea posible, lo bueno y lo malo de la rnaternidad / paternidad.

No se trata de que el modelo masculino de persona se imponga. hasta tal punto que las mujeres renuncien a su maternidad o minimicen su importancia, sino de que los hombres se feminicen lo bastante como para solidar¡zarse con las mujeres de hecho, y no sólo teóricamente, en los momentos trascendentales del embarazo y del parto, así como en los primeros meses de la nueva criatura, disfrutando en consecuencia también de uno de los acontecimientos que más sentido da a nuestra vida, que más felicidad puede producirnos, pero que todavía exige tantos sacrificios de la mayor parte de las representantes del sexo femenino.

Carlota Bustelo es directora del Instituto de la Mujer.

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