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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El 'paraíso' de Ceaucescu

DESPUÉS DE la impresionante manifestación de Budapest del martes pasado, en la que unas 70.000 personas protestaron por las persecuciones que sufre la minoría húngara en Rumanía, Nicolás Ceaucescu ha amenazado con retirar a su embajador de Budapest y ha cerrado el consulado húngaro en la ciudad transilvana de Cluj. El líder rumano ha acusado a los dirigentes del partido y del Gobierno de Budapest de fomentar el "chovinismo" Y el "antisocialismo", de volver a la política "antirrumana" de los gobernantes magiares fascistas de la época de Hitler. Nunca, desde la II Guerra Mundial, se había creado una situación como ésta entre dos países del campo socialista, miembros ambos del Pacto de Varsovia.En su origen está un problerna que ha dado lugar a conflictos entre Budapest y, Bucarest en diversas etapas históricas: la existene¡a de unos dos millones de húngaros en Transilvania, hoy parte de Rumanía. La actitud del Gobierno rumano con respecto a estos húngaros -y asimismo a otras minorías, como la alemana- ha sido cada vez más represiva, con violaciones constantes de los derechos humanos más elementales. Ello ha determinado un aflujo creciente por la frontera rurnano-húngara de refugiados, incluidos no pocos rumanos, que huyen del paraíso de Ceaucescu. Pero la gota que lla desbordado el vaso -y que ha motivado la manifestación de Budapest- ha sido la decisión del líder rumano de destruir unos 7.000 pueblos para concentrar a los campesinos en centros "agro¡ndustriales". Ese plan -que evoca los peores tiernipos de las locuras camboyanas de Pol Pot- significaría arrasar unos 1.500 pueblos habitados por húngaros. Las noticias que se reciben sobre los métodos aplicados para realizar ese proyecto demencial -deportaciones en masa, trabajos forzados, Castigos y hasta desapariciones de los que protestan- son aterradoras. Ante estos hechos, los gritos de protesta ¿le los ciudadanos de Budapest suplieron lo que deberia haber sido la reacción. de Europa y de todo el mundo.

El problema de los húngaros en Transilvania, al que la pertenencia de ambos Estados a la comunidad socialista ha puesto durante décadas una especie de sordina, cobra ahora nueva actualidad gracias sobre todo a los avances de la liberalización en Hungría. La manifestación de Budapest -organizada por grupos paralegales- contó, no obstante, con apoyos oficiales. El Gobierno húngaro no puede ignorar un sentimiento tan vivo de todos sus ciudadanos. Eljefe del Gobierno húngaro, Grosz, ha anulado un viaje a Bucarest que estaba prograrnado y visitará Moscú en los próximos días. Pero no se vislumbran perspectivas de que el conilicto húngaro-rumano pueda resolverse en el seno ole la familia socialista. Todo indica que Moscú tiene hoy escasas posibilidades de influir sobre la política de Ceaucescu, quien se opone de manera abierta a la perestroika y retrocede hacia un neoestalinismo cada vez más represivo y catastrófico.

El proceso mismo de la perestroika está facilitando que los problemas de los países del Este sean mejor conocidos por los occidentales. En este sentido, conviene no perder de vista que el trato inhumano que sufre la minoría húngara de Transilvania no es un problema exclusivo ni de Hungría ni de los países del Este; es un problema que renlite a la conciencia de los ciudadanos del mundo occidental. Y es preciso que Ceaucescu sienta la reprobación de la opinión pública y de los Gobiernos de esos países.

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