El juicio de la colza concluyó ayer, tras 15 meses de sesiones
El juicio por el denominado síndrome tóxico, que causó más de 600 muertos y 25.000 afectados en la primavera de 1981, concluyó ayer, tras 15 meses de sesiones, con los alegatos finales de los procesados. La última sesión de la vista se dedicó también a los informes de los responsables civiles subsidiarios y al turno de rectificación de errores. La sentencia será previsiblemente leída en audiencia pública a principios de otoño. En la última sesión del juicio de la colza, el más dilatado de la historia en España, se frustraron las expectativas de determinados abogados de la acusación y de las defensas, así como de medios informativos, en el sentido de que algunos de los principales acusados tenían intención de realizar una larga y dura declaración final.Sin embargo, ésta no se produjo. Sólo Emilio Gil Vidaurreta y Alfonso Molina hicieron unas breves manifestaciones. El primer afirmó que siempre se había dicho que no se había procesado a los vendedores ambulantes por el envenenamiento de la colza, y el es vendedor ambulante y ha pasado 11 meses en prisión Añadió que nunca había realiza do mezclas con los aceites ni había añadido colorantes, pues venían desde la fábrica.
Molina criticó las alusiones hechas por el abogado de Lípidos Ibéricos en el juicio y reiteró su inocencia. Los demás, al parecer, por recomendación de sus abogados y acuerdo entre ellos no añadieron nada a lo expuesto por su letrados para su defensa.
Después de 15 meses, el juicio había llegado a su fin y el presidente del Tribunal, José Antonio Jiménez Alfaro, anunció que, debido a la complejidad del proceso, el plazo de cinco días fijado para dictar sentencia se prolongaba indefinidamente y que el texto, tras la deliberación y fallo, sería redactado por los magistrados Siro García, ponente de la causa, y Javier Gómez de Liaño. Por último añadió: "Dicho esto, se declara el juicio concluso para sentencia. Visto. Pueden retirar se". En ese momento se iniciaron en la sala una serie de incidentes, que continuaron en el exterior con lanzamiento de tomates al autobús de los acusados.
Un éxito
Acabado el juicio, el fiscal Eduardo Fungairiño manifestó a los periodistas que el que se hubiera celebrado el juicio "es todo un éxito desde el punto de vista procesal para la Justicia española".El fiscal destacó la gran importancia de la resolución que ahora se adopte para el futuro del sumario de los altos cargos. "La sentencia tiene que ser determinante de lo que se pueda actuar en el otro sumario", dijo Fungairiño. El recién nombrado teniente fiscal de la Audiencia Nacional comentó que había pedido que la sentencia se lea en audiencia pública en la misma sala don de se ha juzgado a los aceiteros, pero que el tribunal no ha decidido nada todavía al respecto.
Los abogados de la acusación hablaban de la posibilidad de que el Gobierno se haga cargo de las indemnizaciones a los afectados y achacaban a los nervios los gritos de última hora. El juicio, previsto inicialmente para cuatro meses, ha superado todas las previsiones. Aunque todavía no se han evaluado los gastos se puede asegurar que estos han superado los mil millones de pesetas, 400 de los cuales se dedicaron al acondicionamiento de los cinco edificios utilizados durante el proceso. El resto se ha dedicado a salarios del personal, gastos materiales, y al pago del alquiler de los inmuebles. Respecto al juicio propiamente dicho, han declarado los 38 acusados, más de 2.000 testigos, y han informado como peritos , algo más de 200 científicos españoles y extranjeros. Las innovaciones del proceso han sido la utilización de la televisión para cumplir con el principio de publicidad de la vista, la transmisión del juicio por circuito cerrado de televisión a una sala de prensa, desde donde era seguido por los informadores, la grabación integra de las sesiones en vídeo y la realización del acta por medio de transcripción de cintas magnetofónicas. Además un químico asesoró al tribunal en las cuestiones científicas.
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