La política energética de EE UU
Durante un cuarto de siglo, la industria minera del uranio de Estados Unidos pensó que tenía su prosperidad asegurada por la política energética del país. La Corte Suprema ha mostrado lo erróneo de su impresión. Desde un punto de vista legal y económico, su decisión ha sido la correcta.Antes, Estados Unidos tenía el monopolio del proceso de enriquecimiento del uranio, e incluso el Congreso pidió en 1964 una restricción sobre el enriquecinúento de uranio procedente de importaciones para no perjudicar a la industria minera norteamericana. Ahora, en cambio, se puede comprar uranio más barato en Canadá, y si el Departamento de Energía rechaza su enriquecimiento, la opción es enviarlo a otros países occidentales. Con ello, el antiguo monopolio norteamericano sobre el enriquecimiento del uranio ha desaparecido.
La política energética del país, errática e indecisa hasta ahora, ha tenido unos costes económicos muy serios, y aunque hay muchas posibilidades de que en el próximo siglo, con una creciente preocupación por el dióxido de carbono y con una climatología cambiante, Estados Unidos vuelva a construir reactores a gran escala, el brusco descenso en el uso de la energía nuclear producido esta década está resultando muy caro. Por eso, la Corte Suprema ha dicho, muy razonablemente, a los mineros del uranio que no confíen en un futuro asegurado.
, 27 de junio
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