Compromiso de los 'doce' sobre la unión monetaria
La presidencia alemana de la Comunidad Europea (CE) se esforzó ayer con éxito por quitar hierro y llegar a un compromiso sobre el único tema conflictivo de la cumbre europea que ayer y hoy reúne en la capital de la Baja Sajonia a los jefes de Estado o de Gobierno de los doce: la unión monetaria y la eventual creación a largo plazo de un banco central comunitario. La 39ª reunión de esta índole se inició en un clima de autosatisfacción, que quedó recogida en la alocución de apertura que el canciller alemán, Helmut Kohl, hizo ante sus homólogos europeos.
Kohl resaltó que, gracias en parte a los éxitos de la actual presidencia, se había llevado a cabo el 30% del Libro Blanco, el catálogo de decisiones a tomar para realizar el mercado interior en 1993, en el que desaparecerán todas las barreras intracomunitarias.Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea, fue incluso algo más optimista al señalar en su intervención que sobre un total de 285 medidas necesarias, 91 habían sido aprobadas y otras 10 estaban a punto, pero también hizo hincapié en que algunos aspectos como la armonización fiscal y de normas habían adquirido cierto retraso.
"Estamos ahora bien coloca dos", dijo Kohl, "con la mirada puesta en el mercado interior y es importante que desde Hannover la cumbre decida las tareas que nos incumben en años venideros", pero sin entrar en excesivos detalles, para no herir la su ceptibilidad de las próximas pre sidencias griega y española, que sin cuestionar el objetivo del mercado único tienen sus propias prioridades, empezando por la dimensión social.
Perspectivas a largo plazo
Entre las futuras tareas figura, obviamente, la unión monetaria, que podría desembocar en la creación de un banco central europeo.
Sin embargo, el canciller de la República Federal Alemán (RFA) ni siquiera lo mencionó al principio de su intervención, limitándose a insistir, para tranquilizar acaso al Reino Unido, en que el debate se refería a las "perspectivas a largo plazo, no para hoy ni para mañana".
"Es importante", añadió Kohl, que "ninguna señal confusa sea lanzada desde Hannover".
Para analizar esas perspectivas y estudiar los pasos a dar, se barajaban ayer a última hora de la tarde dos fórmulas: una meramente técnica, que preveía encomendar la labor a los goberna dores de los bancos centrales de los doce, y otra que pretendía poner en pie un segundo comité de personalidades independientes que dé el necesario impulso político a un proyecto tan ambicioso.
El compromiso consistió en fusionar ambos proyectos al mandatar, no sólo a los doce gobernadores, sino al presidente de la Comisión Europea, a un comisario y a tres expertos, que podrían ser también personalidades de gran prestigio.
Ni que decir tiene que la primera ministra británica, Margaret Thatcher, se inclinaba por la primera fórmula, aunque su portavoz llegó a afirmar que la perspectiva está tan alejada que no será fructífero explorarla, pero tampoco bloqueará una iniciativa en ese sentido, siempre y cuando se evitara aludir al banco central. La mayoría de los otros Estados miembiros, incluida España, prefirió la segunda opción pero con innumerables matices.
En el seno del Gobierno español no ha habido aún ningún debate en profundidad sobre la cuestión, pero el presidente Felipe González renonoció ayer la necesidad de avanzar paralelamente en el mercado interior y la cooperación monetaria.
Aspectos sociales
A juzgar por las primeras reflexiones, se tiende a pensar en España, afirmaba el embajador ante la CE, Carlos Westendorp, que "la convergencia de las políticas económicas es un requisito indispensable", lo que implica que un país como la RFA reactive su economía "para que no haya un gran abismo entre su tasa de crecimiento y la nuestra".
Kohl, según su portavoz, también intentó sensibilizar a sus homólogos sobre los aspectos sociales del mercado interior, pero su visión, según fuentes españoles, es demasiado alemana y se centra, por ejemplo, en problemas de higiene y reposo en el lugar de trabajo que, si algún día prosperasen, encarecerían los costes de las empresas españolas.
Para el presidente Felipe González, la dimensión social es también la cohesión o la solidaridad entre el norte y el sur de la CE, que no queda resuelta con la mera duplicación, de aquí a 1993, de los fondos estructurales que pretenden atenuar las diferencias de desarrollo entre regiones ricas y pobres de los doce europeos.
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