Version original
Si Jiri Kylian cobrara derechos por sus invenciones coreográficas y le cayeran unas perras cada vez que un coreógrafo tira de su repertorio de pasos, secuencias, variaciones o formas, el maestro checo sería hoy, más rico que el inventor del bolígrafo. Pero la danza es "patrimonio de la humanidad", y Jiri Kyllan tiene que contentarse con haber suplantado a Béjart como el coreógrafo más influyente de Europa.A pesar de que muchas de estas aportaciones se han banal zado en manos de principiantes, contemplar el producto original siempre produce un choque, como escuchar a Bogart en Casablanca sin doblar. Una experiencia que mueve incluso a la benevolencia con los imitadores. ¿Cómo va a prescindirse hoy de esa fisicalidad que ha introducido Kylian en el movimiento clásico? ¿Cómo no echar mano de esos desarrollos en espiral, que son la extensión lógica del movimiento redondo del ballet tradicional? Sería como renunciar al rélevé o al arabesque.
Nederlands Dans Theater y María del Mar Bonet
Sinfonía de los Salmos (Kylian/Stravinski), Arenal (Nacho Duato/ María del Mar Bonet), Sinfonietta (Kylian/Janasek). Director artístico: Jiri Kylian. Anfiteatro romano de Itálica. Sevilla, 24 de junio.
Una división
Viendo de nuevo su Sinfonía de los Salmos y su Sinfonietta -dos obras de su primera época (1978) como director artístico del Nederlands- se comprende que en el ballet de hoy -al menos en el ballet europeo- haya un antes y un después de Kylian.Nacho Duato es de los de después, y uno de los pocos productos auténticos y autorizados. El joven valenciano ha aprendido el lenguaje de Kylian como los demás bailarines aprenden a colocar el cuerpo en la barra, y lo usa sin pensar en ello y bien. Su nueva coreografía, Arenal -que contó además con la presencia en escena de la autora de la música, María del Mar Bonet, que ya había colaborado con Duato para la creación de su primera coreografía, Jardí tancat-, es, como aquélla, un canto a esa cultura mediterránea que hace de la dulzura y la alegría de vivir un ideal más que una realidad.En esta ocasión Duato introduce el contraste en forma de una figura vestida de negro -formidablemente interpretada por Catherine Allard- que se empeña en estropear las frívolas diversiones de la plaza. Las canciones a capella, sin instrumentación, apoyadas sólo en la voz de la Bonet y a las que corresponden los solos de Alard, alternan con los acariciantes ritmos griegos con los que se mueve el conjunto. El ballet es agradable y tiene fragmentos -como el terceto o paso a tres- brillantes.El Festival de Itálica, que confirma con esta edición su vocación de festival internacional de danza, ha puesto el listón muy alto al traer a este grupo y poner la miel en los labios de los aficionados con la música en directo. En las próximas semanas acogerá a Maya Plisetskaya al frente del Ballet del Teatro Lírico Nacional; al Ballet Nacional de Cuba y a una serie de grupos europeos y americarios de danza.
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