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La Comunidad Europea y el Comecon, cara a cara

IGNACIO CEMBRERO Los responsables de la Comunidad Europea (CE) y del Comecon, el mercado común de los países del Este, firmarán hoy, en Luxemburgo, una declaración conjunta de mutuo reconocimiento; pero de este paso histórico no conviene esperar por ahora ningún desarrollo espectacular de sus relaciones, según expertos comunitarios que han seguido de cerca la negociación. El texto rubricado a principios de mes en Moscú será solemnemente firmado por el ministro alemán occidental de Asuntos Exteriores, Hans Dietrich Gensher, el comisario europeo, Willy de Clercq, y el secretario general del Comecon, Viaceslav Syciov.

"La declaración corrige la anomalía histórica de la mutua ignorancia entre ambos bloques", comenta un funcionario, "pero la anormalidad que supone la escasez de sus intercambios comerciales tardará, en el mejor de los casos, décadas en enmendarse, porque entre los deseos y la realidad hay un abismo".Existe, sin lugar a dudas, una voluntad política de estrechar vínculos puesta de manifiesto por el anuncio por cuatro países -URSS, Checoslovaquía, RDA y Bulgaria- de su intención de establecer relaciones diplomáticas con la CE tras la firma de la declaración a la que Rumanía, Hungría y la misma Checoslovaquia no habían esperado para iniciar conversaciones con Bruselas con vistas a la conclusión de acuerdos comerciales.

Moscú, a través del vicepresidente de la comisión de relaciones económicas exteriores, Ivan Ivanov, ha manifestado también el deseo de negociar con la CE un gran acuerdo comercial y de cooperación industrial ampliable a otras áreas y que prevería además procedimientos de consulta sobre eventuales conflictos económicos. Una empresa soviética, la fabricante de neveras Technointorg, acaba de recurrir por primera vez al Tribunal de Justicia de la Comunidad para denunciar la injusta imposición de derechos antidumping (tasa que grava los productos vendidos a un precio inferior a su coste) a sus exportaciones.

Aunque existen sospechas de que el Reino Unido y Francia pueden mostrarse más reacias del lado comunitario, la reacción ha sido globalmente alentadora, y no en balde el canciller alemán, Helmut Kohl, comentaba hace unos días que "la nueva página abierta en nuestras relaciones debe ahora ser rellenada con un nuevo contenido". En Grecia se destaca también que la presidencia de la CE, a partir de julio, por su primer ministro, Andreas Papandreu, coincidirá con el acceso a un cargo similar en el Comecon del líder y vecino búlgaro Todor Zijov.

Las buenas intenciones tienen, sin embargo, escasos visos de concretarse. Aunque repite a la sazón que el Este es uno de los pocos mercados del mundo con mayores potencialidades de expansión", el comisario De Clercq advierte que, a corto plazo, las perspectivas de incremento de los intercambios son "poco alentadoras" a pesar de su bajo nivel actual.

El 6,6% del comercio

Los 6,04 billones de pesetas de los intercambios de la CE con el Este en 1987 representan para los doce el 6,6% de su comercio exterior, un porcentaje similar al de sus corrientes comerciales con Suiza o Suecia y casi cuatro veces inferior a las que mantienen con los países de la Asociación Europea de Libre Cambio (EFTA). Pero este flujo, en el que la RFA representa el 40%, seguida por Italia con un 17%, fue deficitario para la Comunidad en 676.000 millones de pesetas.

El déficit es achacable a las importaciones de petróleo soviético porque, por lo demás, recalcaba De Clercq, "sus productos manufacturados son escasamente competitivos y la eventual penetración de nuestros mercados no se hace gracias a su calidad, que es escasa, sino a su precio muy bajo".

Las perspectivas de aumento de las exportaciones de la CE al Comecon no son mucho más halagúeñas. Fuentes independientes aseguran que las tasas reales de crecimiento de sus economías son muy bajas -oscilaron en 1987 entre una ligera recesión en Polonia hasta un 2,2% en la RDA, pasando por un 1 % en la mayoría de los países- y al rebasar de nuevo su endeudamiento los 100.000 millones de dólares tienden a recurrir cada vez más a operaciones de trueque en su comercio con Occidente.

La fórmula preferida en Moscú para estrechar lazos económicos con el Viejo Continente e importar tecnología sin gastarse muchas divisas ha sido la creación de una treintena de joint-ventures con empresas europeas, la tercera parte con sociedades alemanas.

Si este tipo de asociaciones, propiedad en un 51 % del socio soviético, ha dado buenos resultados en un sector como el químico, su porvenir en muchos otros campos, empezando por el de las tecnologías de la información, parece mucho más comprometido mientras duren las restricciones a las exportaciones impuestas por el Cocom, el organismo encargado de impedir las transferencias que puedan tener aplicaciones militares.

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