Bazas y debilidades
Le Monde va a dedicar a España sus dos suplementos económicos. En el Monde Économic, que se publicará hoy, se analizan las bazas y las debilidades españolas en la perspectiva del año 1992. Esta presentación se ilustrará con reportajes realizados en Valencia, Galicia y el País Vasco. El Monde Affaires, que se publicará el sábado día 25 de junio, se dedicará, en cambio, a la microeconomía, con artículos dedicados a la banca, la bolsa, los empresarios, con semblanzas de determinados responsables y con una entrevista al ministro de Industria.
Transcurridos 400 años desde el desastre de la Armada Invencible, que supuso en 1588 el fin de su supremacía marítima y el comienzo de su ocaso, España parece haber vuelto a tomar el tren de la reconquista... En efecto, se aprecian en cualquier caso signos exteriores de éxito, que no pueden sino deslumbrar a los observadores extranjeros y satisfacer a los responsables de Madrid. ¿Acaso los expertos internacionales no han considerado el balance español "bastante impresionante"?De hecho, el crecimiento español, que oscila en torno del 5% anual -e incluso más del 67. durante el primer trimestre de 1988-, supone actualmente el doble de la media que se registra en la CE. Y aunque esta media no sea muy alta, el resultado sigue siendo brillante, pues no se había conseguido nada parecido allende los Pirineos desde el año 1974 (recuérdese que Franco murió el día 20 de noviembre de 1975). Esta expansión se fundamenta en el consumo privado y, sobre todo, en las inversiones productivas (+44% en 1986, +17% en 1987), lo cual testifica el doble dinamismo de los particulares y las empresas.
A España le queda por recuperar un retraso considerable, a pesar del enorme crecimiento de la producción registrado en la década de los sesenta, que fueron los años del despegue. Con una población de 39 millones de habitantes y un producto interior bruto estimado, en 1987, en 290.000 millones de dólares -el octavo de la OCDE, inmediatamente por delante de los Países Bajos (unos 215.000 millones)-, este reino montañoso (Madrid es la capital más alta de Europa: 650 metros) sólo cuenta con una renta per cápita del orden de 7.400 dólares, es decir, menos de, la mitad del nivel de vida francés.
Una política acertada
Aguijoneados por su ingreso en la CE el día 1 de enero de 1986, los españoles están forzando el ritmo para reducir las distancias que les separan de sus socios europeos. Y, hasta la fecha, la política diestra -"de derechas", dicen en Madrid las lenguas críticas- desarrollada por el casi hegemónico partido socialista se ha venido traduciendo en cifras Los socialistas españoles, escarmentados por los "errores de juventud" de sus homólogos franceses, dieron muestras desde un principio, desde su llegada al poder en octubre de 1982, de mucho realismo, a costa, quizá, de perder un poco el alma.
Desde 1983 y hasta 1985, el PSOE ha desarrollado en primer lugar una estricta política de reordenación, que ha dado lugar principalmente al cierre de plantas en los sectores afectados por la crisis, ya se tratara de minas, de la siderurgia o de la construcción naval, cierres que se produjeron -y se siguen produciendo recientemente- en medio de un clima social en ocasiones muy violento. Más adelante, esta política de oferta, al principio muy mal recibida, empezó a suscitar alguna confianza en los medios industriales.
Las empresas, antaño muy endeudadas, han conseguido reconstituir sus márgenes y se encuentran ahora en situación de autofinanciar su desarrollo. En el mismo espacio de tiempo, los particulares descubrieron el placer de comprar -las ventas de automóviles aumentaron en 1987 un 30%- y también el de viajar al extranjero. El turismo sigue siendo una formidable fuente de divisas: se espera que este año acudan más de 50 millones de turistas extranjeros.
Así, pues, ha retornado el tiempo del crecimiento, que, por añadidura, se desarrolla en un ambiente de relativa moderación de los precios. El alza de los precios, que se sitúa en torno del 5% (menos del 4% en abril), sigue siendo el doble de la media europea, pero es tres veces inferior al nivel registrado en 1981, y cinco veces inferior al registrado en 1977. Todo sería maravilloso en este cuadro coyuntural, de no ser por los dos puntos negros: el déficit exterior y el paro.
En efecto, aunque las exportaciones no dejan de progresar (+7% en 1987), las importaciones, alimentadas por una demanda interior muy importante, aumentan todavía más deprisa (+21%). En consecuencia, el déficit comercial se duplicó entre 1986 y 1987, para llegar hasta una cuantía de 11.000 millones de dólares, mientras que la balanza de las transacciones corrientes podría llegar a ser negativa en 1988, por un valor de 2.000 a 3.000 millones de dólares. La presión exterior no llega a ser ni muchísimo menos alarmante, habida cuenta de las reservas de cambio (35.000 millones de dólares) y de las entradas de capital extranjero.
El estado de subempleo
España se encuentra en condiciones de soportar un determinado desequilibrio exterior en la medida en que las importaciones de maquinaria y herramientas vienen a reforzar su potencial industrial. La situación del empleo parece ser más grave. El crecimiento ha generado la creación de un millón de empleos en dos años y medio, consiguiendo, tanto en 1986 como en 1987, atajar un paro que no dejaba de aumentar desde el año 1970. Pero la tasa de paro, del orden del 20%, e incluso suponiendo que una parte -¿un millón?- de los tres millones de parados trabajan en la economía sumergida, sigue siendo la más elevada de los países industrializados.
España se encuentra además en un estado de subempleo. La población activa, unos 14 millones de personas, sólo representa el 36% de la población total, frente al 427. en Francia, por ejemplo. Es decir, debería constar de 16 a 17 millones de personas, lo cual supone finalmente una reserva de parados o desempleados del orden de cinco a seis millones de personas.
es redactor jefe de Economía de Le Monde.
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