La capacidad del cerebro depende más del estímulo que de la nutrición
La actividad intelectual es bastante barata en términos nutritivos, porque el cerebro no precisa una cantidad excesiva de energía y la que necesita la obtiene fácilmente incluso cuando se interrumpe la ingestión del nutriente que la proporciona, la glucosa, de modo que en las personas desnutridas o en las que realizan huelga de hambre la actividad del cerebro no se altera hasta una fase ya muy termina¡.La capacidad intelectual del hombre no depende tanto de la nutrición, como de los estímulos que reciba de fuera. Así lo ha manifestado el profesor Francisco Grande Covián en una conferencia pronunciada en el Auditorio del Círculo de Lectores de Barcelona sobre la importancia de la nutrición en la actividad del hombre.
El cerebro de una persona normal, según el profesor Grande Covián, pesa aproximadamente el 2% de su peso total y demanda el 20% de la energía que precisa el cuerpo en reposo, independientemente de la actividad intelectual que realice, mientras que un músculo cualquiera, para desarrollar su actividad, necesita una cantidad de energía 20 veces superior a su peso. Según el profesor Grande Covián, "no se ha podido demostrar que una actividad intelectual más intensa requiera un aporte suplementario de energía".
Escuela y despensa
Cuando una persona muere, el peso de todos los órganos disminuye, excepto el de los órganos nerviosos. "El cerebro de las personas que han muerto de hambre sufre ciertas alteraciones, pero está demostrado que la capacidad cerebral no se altera hasta el último momento. Lo mismo se ha comprobado en el caso de personas que han permanecido mucho tiempo en huelga de hambre", afirmó.Los estudios realizados en los últimos años han demostrado que la falta de nutrición no influye sobre la capacidad intelectual. "El hambre puede provocar un estado físico y psicológico que conduzca a la apatía, pero la actividad cerebral no es menor porque la nutrición sea peor. Hoy está demostrado que la capacidad intelectual no depende tanto de la nutrición como de los estímulos externos. Niños que han vivido durante años mal nutridos, pero se han desarrollado en un medio social activo, han alcanzado una capacidad intelectiva satisfactoria", explicó.
Las experimentaciones realizadas en ratas corroboran esta teoría. "El cerebro de una rata malnutrida sufre las mismas alteraciones anatómicas que el de una rata bien alimentada, pero sin estímulos. Y si no come, pero se la estimula, su cerebro se desarrolla normalmente".
La conclusión, según Grande Covián, está clara: "Usted debe alimentar bien al niño, naturalmente, pero tanto como la alimentación debe preocuparle que el niño reciba estímulos intelectuales, Por eso yo soy partidario de la vieja teoría educativa de escuela y despensa que propugnaban los viejos regeneracionistas españoles".
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