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Entrevista:

Lluís Llach: "Siento cosas nuevas; por ejemplo, miedo"

El cantante catalán enjuicia su éxito como barítono en Francia

"Tiene una voz, una fuerza, un sentimiento, y tiene porvenir si quiere", fue el comentario de la soprano, solista de la ópera de Lille, Catherine Dubose, cuando Lluís Llach, a su lado como barítono de estreno, terminaba de armar la de San Quintín, pero sin el trágico Felipe II por medio, cantando el Réquiem de Gabriel Fauré en la basílica de este legendario y bello lugar del noroeste francés.

Desde que el cantante catalán nació en Verges hace justamente 40 años, y desde que hace 21 compone y canta esa música popular de sabor mediterráneo que arrancó con L'estaca en 1968, y desde que al año siguiente se plantó como figura en el Palau de la Música de la capital catalana, Llach no había sentido tan por dentro. "Es la aventura más arriesgada que ha afrontado un divo reconocido del pop; abandonar el micrófono y afrontar al público como barítono"; este comentario se lo brindaba un marido a su esposa, mientras aplaudían al final del concierto de San Quintín, obligando a saludar seis veces a Llach; al director de la orquesta, Jean Claude Casadesus; a la soprano, a los 90 músicos y al centenar de coristas. Algo así había ocurrido en Lille el lunes y martes de la semana pasada, y todo se repitió en Boulogne-sur-Mer el viernes.

Aventura vital

Llach, el barítono novicio, dice que lo más importante que le ha ocurrido con esta experiencia (resultado de 15 años de estudio de clásico y un último año de preparación intensa del Réquiem) "es la aventura vital; tuve que profundizar y estudiar, lo que ya me enriqueció. Pero ahora siento cosas nuevas. Por ejemplo, el miedo, y las palpitaciones con la orquesta; y cantar desnudo, sin micro, y el aprendizaje y la humildad a los 40 años de otra cosa. Esto es fantástico para mi salud mental. No sospechaba que fuera tan difícil".En España no hay ni voluntad ni planteamientos adecuados para que la experiencia se repita, entiende el cantante catalán, pero si la ocasión se presentase, ¿por qué no? Casadesus, un líder de la dirección musical en Europa, ha sido artífice esencial en el alumbramiento del barítono Llach. Y eso es debido "a su pasión y a su reflexión, condiciones básicas de un gran director" estima el cantante, que exclama con una cierta resignación: "Es curioso que esto se haya producido en Lille y en esta tierra; y allí donde soy conocido, y a veces hasta canto barítono, nunca se me ha presentado la ocasión".

Llach habla de las enormes diferencias entre su trabajo pop y este que le llaman "música sabia". El público aquí "te juzga, mientras el otro es tu cómplice; además, no he podido superar el que aquí cantas ante casi 200 profesionales en el escenario y esto te bloquea". Vestido de traje negro, con lazo negro de artista que resalta su camisa blanca, Llach, bajo el gótico de la nave central de la basílica de San Quintín, diríase que está en día de primera comunión. Nada de eso. Su problema no consiste en que lo admita el Teatro Real de Madrid, sino de una estructura musical que arriesgue. "De todas maneras, no me planteo hacer una carrera", afirma convencido. Le traen un libro de oro de esta ciudad y, Llach firma y continúa saltando de alegría.

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