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Reportaje:TERRORISMO EN GALICIA

Echarse al monte

Los viejos 'maquis' gallegos, fuente de inspiración del Exército Guerrilleiro

Xosé Hermida

La tradición de los viejos maquis pudo más que las modernas teorías del terrorismo urbano. Los zulos del Exército Guerrilleiro do Pobo Galego Ceibe (EGPGC) descubiertos por los GEO en los últimos días estaban plagados de libros sobre ETA y otras organizaciones armadas, pero los independentistas gallegos eligieron un peculiar escenario para sus correrías y escondites. Una cabaña inaccesible por tierra y a la que los guerrilleiros llegaban navegando por las aguas del río Sil era el centro de operaciones de un grupo que, a pesar de las últimas detenciones, ayer volvió a actuar.

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Los vecinos de la localidad orensana de Castro Caldelas y del municipio limítrofe de Sober, en la provincia de Lugo, habían advertido extraños movimientos policiales durante los tres últimos meses. Todo el mundo sabía que grupos secretos de las fuerzas de seguridad rastreaban la zona, pero la mayoría lo atribuía a una operación en busca de traficantes de drogas o de armas. A nadie se le pasaba por la cabeza que el fantasma de o Mario, el viejo maquis que se echó al monte después de la guerra y llegó a matar al cura de Castro, volviera a recorrer las escarpadas orillas del embalse de San Esteban.El viernes 27 de mayo, un grupo independentista hasta entonces casi anecdótico, el Exército Guerrilleiro do Pobo Galego Ceibe, volaba el chalé de Manuel Fraga en Perbes, y horas después, un comando de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO) asesinaba en La Coruña al ex presidente de Caixa Galicia. Una oleada terrorista sin precedentes golpeaba Galicia, y las autoridades gubernativas decidieron tomar una resolución. La mayoría de los miembros del EGPGC estaba identificada desde hacía tiempo, pero hasta entonces no se había tomado en consideración a un grupo que se limitaba prácticamente a volar pequeñas torretas de instalación eléctrica y colocar explosivos en entidades bancarias.

Las informaciones obtenidas en los últimos meses permitieron una rápida actuación. Los miembros de los Grupos Especiales Operativos de la policía (GEO) llegados de fuera de Galicia detuvieron en la madrugada del domingo 29 de mayo a seis miembros del Exército Guerrilleiro cerca de Castro Caldelas. La operación fue tan veloz como sigilosa. Ningún vecino de los alrededores dejó de conciliar el sueño aquella noche. Sólo unos jóvenes que bajaban a la villa luguesa de Monforte a tomar unas copas y algún motorista despistado se llevaron el susto de su vida al encontrarse con los geo que les dieron el alto.

El Ministerio del Interior asegura que no se detuvo antes a los guerrilleiros porque "se habían echado al monte". Y en el monte fue donde los geo lograron capturarles.

Experiencias de la guerra

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El presunto cabecilla del EGPGC, Antón Arias Curto, faltaba de su domicilio en Monforte desde hacía varios meses, y su propia esposa afirma que no sabía nada de su paradero y que probablemente se encontrase visitando Nicaragua y Argel. Arias Curto había mostrado siempre un gran interés por las tácticas revolucionarias de los viejos maquis gallegos, alguno de los cuales incluso le había relatado en Monforte sus experiencias de después de la guerra. Con estos antecedentes, el Exército se organizó como un auténtico grupo guerrillero, que estableció en el monte su base de operaciones.El núcleo principal de la banda construyó un refugio en el embalse de San Esteban, justo en los límites de las provincias de Lugo y Orense y a pocos kilómetros de la villa natal de Arias Curto. Por esa zona actuó después de la guerra el maquis conocido por o Mario, que había visto morir a sus padres a manos de las tropas franquistas. O Mario asesinó al cura de Castro Caldelas, y durante años ejerció como salteador de caminos antes de emigrar a Buenos Aires.

El escondite de Arias Curto y sus compañeros estaba situado a pocos metros del de o Mario, hasta el punto que algunos vecinos llegaron a creer que era el mismo. Los guerrilleiros construyeron una cabaña a orillas del embalse, en un lugar inaccesible por tierra y al que ellos llegaban después de remontar el río Sil con una lancha neumática que guardaban bajo el puente de Abelenda, en la carretera de Monforte a Castro Caldelas. La cabaña era rudimentaria, levantada con plásticos, ramas de árboles y restos de antiguos muros.

Allí accedieron también los geo, equipados con lanchas zodiac, horas después de detener a los cabecillas del grupo armado. Las fuerzas de seguridad descubrieron entre los matorrales 100 kilos de gelamonita, un explosivo que los guerrilleiros obtenían en Portugal. La cabaña es baja y angosta, está completamente rodeada de maleza, pero, según los vecinos del lugar, es un buen refugio, ya que no se ve desde el río y está resguardada de las inclemencias del tiempo. Otro zulo de características similares fue descubierto en las inmediaciones del embalse de Portas, cerca de la localidad orensana de La Gudiña.

Los vecinos de Castro Caldelas y Sober han superado ya la estupefacción de los primeros momentos. Muchos de ellos conocían a Arias Curto porque vendía tractores por toda la zona y además había visitado en varias ocasiones las aldeas del monte para impartir charlas políticas. Todos hablan con discreción de los miembros del grupo armado, para los que parecen guardar una leve justificación: "No tenían delitos de sangre". La mayoría cree también que los guerrilleiros no permanecerán mucho tiempo en la cárcel, "porque cuando alguien hace algo así es que tiene que tener apoyo de gente de arriba".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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