Buenos ciudadanos
"Un concejal extraordinario y un gran, compañero. A él y a su familia les tengo un gran aprecio". El alcalde de Monforte, Celestino Torres, de Coalición Galega, resumía así la opinión que buena parte de la población de esa ciudad lucense tiene sobre Antón Arias Curto, el líder del EGPGC. Es también opinión representativa de la reacción de solidaridad, alejada de simpatías ideológicas, que han suscitado algunos detenidos.Al poco de la detención de Manuel Álvarez Fernández, profesor de matemáticas en el instituto de A Rúa (Orense), el claustro de profesores, los representantes de los padres en el consejo escolar y los alumnos delegados de curso firmaron una carta abierta elogiando "su profesionalidad y su talante humano". El día del Corpus, el secretario del juzgado de Allariz arrancaba aplausos del público al recordar en el pregón de la medieval Festa do Boi a "una persona [Alfredo Santos Conde] que hace días comía y bebía con nosotros en estas fiestas y hoy está en la cárcel".
Miguel Campuzano, miembro de la dirección del sindicato INTG (que con otra central nacionalista, CXTG, tiene tantos delegados en Galicia como CC OO), es una persona apreciada en ambientes laborales, hasta el punto de suscitar esta opinión de un sindicalista rival: "Su detención no es un golpe para el Exército, lo es para el sindicato". La última muestra de solidaridad fue la recibida por Manuel Soto. La sociedad cultural Condado, de Salvaterra do Miño, de la que era presidente y que cuenta con 600 socios en una población de 9.000 habitantes, exigió su puesta en libertad.
Quizá el ejemplo más claro es el de Juan Arias, hermanastro de Antón Arias, al que no se le conocía simpatía política alguna y que según él se limitó a proporcionarle dinero a través de un intermediario en un par de ocasiones. Al ser liberado, tras 72 horas de detención, era parado por la calle para recibir muestras de afecto incluso de automovilistas y camioneros que frenaban en seco para saludarle.
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