Cinco estrenos españoles
La Fundación March, a través de su tribuna de jóvenes compositores, ha sustituido el concurso realizado desde hace seis años por una serie de encargos a compositores seleccionados en anteriores ediciones del certamen. Cuatro madrileños y un ibicenco, pertenecientes a la generación de 1961 o nacidos en la frontera de dicha generación con la anterior, presentaron el miércoles en la sala de la March el resultado.Alfredo Aracil (1954), en sus dos glosas, parte de temática monteverdiana para la primera y de una página propia, Narciso abatido, de 1975, para la segunda. Tanto una glosa, para clave, que interpretó muy bien Eva Vicens, como la otra, para clave, trío de arcos, arpa, piano y vibráfono, revelan el instinto musical y la pasión cultural del músico a través de soluciones claras, transparentes y bien aireadas.
Tribuna de jóvenes compositores
Obras de Aracil, Fernández Guerra, Francolí, Pérez Maseda y Armenteros. Intérpretes: grupo Koan, cuarteto Arcana, grupo OMN y Eva Vicens, clavecinista. Director: José Ramón Encinar.Fundación March, 25 de mayo.
Orden y belleza
Jorge Fernández Guerra (1952), que obtuvo un triunfo grande el año pasado con su ópera Sin demonio no hay fortuna, cita como puntos de partida para su Paraíso un pasaje de Dante y un tema de la cantata Actus tragicus, de Juan Sebastián Bach. Si no estrictamente estructural, la composición está muy elaborada, y por encima de toda preocupación filosófica o estética se trata sustancialmente de música: orden y belleza.El ibicenco Miguel Ángel Roig-Francolí (1953) nos sorprendió con Diferencias y fugas, un cuarteto en tres partes, aunque no estén organizadas con arreglo a la ortodoxia tradicional, seguida de la tonalidad funcional y fruto de un espíritu artesanal: el disfrute del músico en la realización de su obra. Un solo tema sirve de base a las diferencias y a las dos fugas, caracterizadas cada una de ellas por una intención expresiva diferente.
Eduardo Pérez Maseda (1953) alberga en su ideario ciertos componentes de cuño romanticista (se ha comentado su tendencia a la melancolía) que reaparecen en Non silente para clarinete, trompa, piano, percusión y quinteto de cuerda. Poco importa el origen de los elementos formantes y hasta la estructura general muy planteada y resuelta cuando el trabajo sobre la materia sonora posee tan singular personal atractivo y la continuidad es tan tensa y expresiva.
En fin, Eduardo Armentos (1956) consigue excelentes resultados en su Galería de objetos fantásticos, obra electroacústica en la que los objetos sonoros y los visuales se combinan y animan en un tríptico homenaje a Giuseppe Arcimboldo. Realizada con minuciosa perfección, la galería es en la música el movimiento de las imágenes, algo mágico y fascinante, dentro del que caben diversas matizaciones dramáticas.
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