'La enseñanza de la huelga'
Me ha sorprendido la lectura del artículo del señor Gil Calvo La enseñanza de la huelga, aparecido en EL PAÍS el pasado día 13 de mayo. El señor Gil Calvo, tras advertirnos de que él mismo pertenece al ramo de la enseñanza (catedrático de la citada facultad, como indica su NRP) y que comparte las reivindicaciones de homologación salarial de los huelguistas, se apresura a añadir que, como padre de familia, es al mismo tiempo víctima de la huelga de enseñanzas no universitarias, y que le parece "ganas de fastidiar al prójimo" el mantenerlas una vez llegados a un acuerdo (?).A continuación hace un profundo análisis sobre las razones por las cuales no es posible justificar la huelga de los profesores y, al parecer, otras huelgas. No le parece bastante motivo la extracción de plusvalía ("que, como todo el mundo sabe, no existe") en el caso de los productores di" rectos, pues el pobre capital también sufre lo suyo..., y además eso es "marxismo puro". Tampoco las situaciones de explotación, ni tan siquiera de discriminación, puesto que siempre encontramos categorías más explotadas y más discriminadas (como parados, jubilados, amas de casa, etcétera) que no cuentan con los mismos medios para, uniéndose, luchar por sus intereses.
Llevando al extremo su razonamiento, nunca deberíamos quejarnos de nuestra situación, ni mucho menos poner sobre el tapete unas reivindicaciones que creemos justas, ni utilizar los medios de presión con que contamos, porque hay otros que "están peor". Si siguiéramos estos consejos, no habríamos salido de la servidumbre, puesto que la esclavitud era una situación peor. Esto nos recuerda el sabio poema que todos aprendimos en la infancia: "Cuentan de un sabio que un día...".
Por último, al señor Gil Calvo se le ocurre la brillante idea de que sea el "Estado benefactor" quien decida quiénes sí y quiénes no tienen derecho a la huelga, -olvidando que éste es un derecho constitucional, y también que hay otras categorías sociales -mejor situadas, por supuesto, dentro y fuera del "aparato del Estado"- que no tienen necesidad de hacer uso de ella, pues pueden adjudicarse sus propios sueldos o cuentan con otros medios más sutiles y efectivos para presionar e imponer sus intereses, sin duda "igualmente legítimos" para el señor Gil Calvo.
Parece ser, pues, que sólo tendrían derecho a usarla los que no tienen posibilidad alguna de ejercer presión o los que no necesitan de ella para poder "negociar"...; es decir, nadie. De ahí a la defensa del manteninÚento estricto del statu quo no hay más que un paso.- Ana Amorós Puente.
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