González reconoce que el Gobierno es antipático

Felipe González admitió ayer, en una extensa conversación informal con los periodistas que le acompañan en su viaje oficial a Filipinas e Indonesia, que el Gobierno, y los socialistas en general, han sido bastante antipáticos y que ha habido fallos en las formas de gobernar, comenzando por los fallos de comunicación a la hora de explicar los logros del Ejecutivo.

Durante una inusual y distendida conversación de más de hora y media con los informadores, González pasó revista a temas como el desgaste del Gobierno, las relaciones con la Prensa o el tráfico de influencias.Miembros del séquito de González coincidieron ayer en la opinión de que el presidente inició así una nueva etapa de relaciones públicas con la Prensa que le acompaña en su viaje. Lamentándose de que en los intereses de los informadores la política interna pese más que la política exterior, el presidente accedió a mantener una charla desusadamente larga con los periodistas. González admitió que su Gobierno falla en las formas, entre otras cosas porque él dedica el 95% de su tiempo a estudiar los temas y sólo un 5% a explicarlos a la opinión pública.

También reconoció que los socialistas han sido bastante antipáticos a la hora de ejercer el poder, aunque matizó esta autocrítica señalando que parte del proceso de alejamiento de la Prensa es inevitable, dadas las peculiaridades características del proceso español, basado anteriormente en una cierta camaradería entre políticos y periodistas.

El presidente negó padecer de hipersensibilidad ante las críticas de la Prensa, que consideró necesarías, aunque sí admitió sentirse molesto cuando se pone en juego su honestidad. Según dijo, las acusaciones que él ha padecido en los últimos meses -por ejemplo, referentes a presunto tráfico de influencias-, y que carecen de cualquier justificación, hay que probarlas. González mostró que sigue muy irritado con las acusaciones recientemente recibidas en este sentido, aunque aseguró que está empezando ya a tener la coraza que le faltó cuando estalló el caso Flick (supuesto desvío al PSOE y a otros partidos socialistas europeos de dinero del consorcio alemán Flick acumulado mediante fraude en los impuestos en la RFA). Tampoco perdió ocasión de atacar la irresponsabilidad de algunos grupos políticos en este terreno.

Asimismo, admitió, preguntado sobre el desgaste del Gobierno, que un Ejecutivo que gobierna durante casi seis años, sea el que sea, soporta un lógico desgaste. Esto es algo, aseguró, que ha dicho en numerosas ocasiones, por lo que esperaba que no sonase distinto si es dicho desde Manila. La tarea de Gobierno, en cualquier caso, requiere tiempo, para ser vista con perspectiva; las realizaciones de este período se notarán cuando se tenga distancia para ello, dijo Felipe González.

También habló de la crisis en la educación, terreno en el que se responsabilizó de la política gubernamental en general. El presidente manifestó su interés por la enseñanza pública -aseguró que sus hijos han ido a la escuela pública desde siempre-, que consideró textualmente -aunque no autorizó en ningún momento a reproducir sus palabras entrecomilladas- un elemento igualitario clave. También dijo sentirse muy satisfecho de la política de reforma educativa que se ha venido haciendo porque se ha efectuado con tal ausencia de sectarismo; y confesó haber escrito personalmente la "comunicación institucional" difundida el jueves, defendiendo la tarea de José María Maravall, ministro de Educación.

Se trataba, dijo, de evitar malas interpretaciones ante sus palabras anteriores según las cuales Maravall había sufrido un desgaste. Para González, las quejas del nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal, Agustín García Gasco, según las cuales la Administración margina a los católicos, no son en absoluto razonables. Entre otras cosas, dijo el presidente del Gobierno, el actual equipo dedica un presupuesto mucho mayor que el franquismo para subvencionar a los colegios privados.