"Después de mí, 'naide"
Cuando termina la temporada de 1899, Guerrita, el amo de la fiesta, se retira, amargado y cansado de luchar contra los públicos hostiles. "Después de mí, naide", sentencia el cordobés con su acostumbrado orgullo, "y después de naide, Fuentes". Tiene razón: es insustituible, y se inicia un período de relativa decadencia. La falta de grandes maestros, el mal momento económico y el pesimismo por la pérdida del imperio hacen que muchos aficionados pasen de toros, y en fotos de la época se ven tendidos medio vacíos. "Nosotros y los músicos", dirán los toreros al regresar a la fonda.Pero la fiesta sigue y, efectivamente, el mejor matador es Antonio Fuentes, por lo menos de momento. Según hemos poclido averiguar, era un diestro desigual. "En un mismo toro solía estar bien, superior, mal y detestable", en palabras de un contemporáneo, y le faltaba voluntad, especialmente con el estoque. Pero era fino y elegante, había algo majestuoso en Fuentes ante el toro. En 1908, todavía torero importante, se marchó para, inexplicablemente, volver al poco tiempo, ya en plena decadencia. Algo que pasa en los toros, incluso en nuestros días.
Con el nuevo siglo llega savia nueva. Toma la alternativa el sevillano Ricardo Torres Bombita, que pronto será la máxima figura. Como Guerrita, su toreo se basa en grandes facultades físicas, recursos y conocimientos de los toros; con el capote es variado, y con la muleta, eficaz y dominador, especialmente ante los enemigos dificiles. Pero no iguala a Guerrita: en palabras del sagaz crítico F. Bleu, Bombita es "la imagen borrosa de un olímpico". Eso sí, es tremendamente valiente y honrado, y le castigan mucho los toros. Sobre las mismas fechas aparece Rafael González Machaquito, un cordobés con más valor que arte. Machaquito da "señales demasiado insistentes de sobreexcitación del sistema nervioso", según nos cuenta Bleu. Su principal virtud es que mata más que Bombita.
Casi enseguida la. afición emparejó a los dos diestros, pero al parecer su competencia no era gran cosa, por lo menos en comparación con otras rivalidades. Tenía algo de pacto, un arreglo para repartirse la mayor parte de los contratos. "Bombita y Machaquito arrastraron el espectáculo hacia una vertiginosa decadencia", sentencia Bleu. "Durante unas temporadas estuvo a punto de morir de anemia la fiesta de los toros". Pero Edmundo G. Acebal, autor de un excelente estudio del período, disputa esto: "La época que estoy defendiendo será como un valle entre dos montañas, pero los valles tienen, si no tan bravía presencia como las cumbres, tanta belleza y majestad".
Un tomo polvoriento
Así que fue con cierto interés que acudimos hace poco a la Hemeroteca Municipal de Madrid para indagar sobre un festejo celebrado en la Corte el 19 de mayo de 1907, un día como ayer hace exactamente 81 años: Fuentes, Bombita y Machaquito en la tradicional Corrida de la Beneficencia. Mas como pasa con tantas tardes de expectación, ésta decepcionó: según un polvoriento tomo de Sol y sombra, fue "abostezable ... qué pesadez y qué sosería". Donde no había lugar a críticas en esta época fue en el capítulo del ganado. Es axiomático que cuando falta una primerísima figura para centrar la atención de los aficionados, éstos reparan más en el toro y exigen más edad, trapío y casta. Así ocurrió en el festejo que nos ocupa: los cuatro toros de Veragua y cinco de Murube, dos de las ganaderías de máximo prestigio, tomaron 38 varas y ocasionarion la defianción de 11 pencos.
Poco iba a durar el reinado de Bombita y Machaquito. Muy pronto apareció el joven Joselito, un asombro de facultades y sabiduría. "Es un fenómeno", dijeron los aficionados, "es Guerrita y Lagartijo juntos". Le llamaron "una tijera de cortar coletas", tantas retiradas iba a ocasionar. Efectivamente, Bombita y Machaquito le vieron venir y se marcharon a finales de 1913. Por esos mismos días tomó la alternativa Belmonte, artífice de una revolución artística. Terminaba aquel valle oscuro y comenzaba la cordillera dorada del toreo.
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