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Dura condena del Pontífice a la explotación de los trabajadores bolivianos

Juan Arias

, La noticia de que el Gobierno de Paraguay piensa anular el encuentro del martes día 17 en Asunción, en el Palacio de Deportes, para 4.000 "constructores de la sociedad" llegó cuando el papa Karol Wojtyla estaba pronunciando en Oruro, corazón de la miseria boliviana, uno de sus discursos más duros de condena social de la explotación de los trabajadores del país.

En los ambientes vaticanos que acompañan al papa Wojtyla la noticia ha causado malestar y se decía ayer que si el general Alfredo Stroessner anulara dicho acto, considerado uno de los más importantes, el Papa hará público igualmente el discurso que habría pronunciado ante los 4.000 activistas católicos que en Paraguay trabajan en el campo de la cultura, la educación, la empresa y la política. La Conferencia Episcopal de Paraguay anuncié ayer que mantiene el acto multitudinario del Papa y que si el general Stroessner impide celebrarlo en el Palacio de los Deportes de Asunción, se hará en otro lugar, incluso en la propia nunciatura.Ayer Juan Pablo II, en las paradas minas de estaño de Oruro, cuyo cierre ha dejado sin trabajo a miles de indios, dejó claro que conoce bien la dramática situación de los trabajadores de este país. Les dijo que sabía muy bien que tantos trabajadores han sido forzosamente "desplazados de sus lugares de trabajo" y que el "sacrificio de tantas vidas humanas aquí consumadas" no ha merecido ningún reconocimiento por parte de los que resultaron beneficiados de aquel silencioso sacrificio.

El Pontífice agregó que sabía que existe "un gran desajuste entre los salarios que perciben y el coste de la vida, siempre en aumento". Y también que está al corriente de que los niños mueren en temprana edad a causa de la desnutrición y la falta de servicios sanitarios, como también "del desempleo creciente, que hoy ha adquirido", dijo, "dimensiones alarmantes a nivel nacional".

Razones de la justicia

Se trata de cuestiones -les dijo el Papa a aquellos campesinos quechuas y aimarás que le miraban como asombrados con sus ojos negrísimos- que "son muy serias, sobradamente conocidas y que están reclamando soluciones audaces que hagan valer las razones de la justicia, esto es, esa especie de hipoteca social que grava en realidad sobre la propiedad privada".

Juan Pablo II añadió que la doctrina social de la Iglesia ha defendido siempre que "los bienes de la creación han sido destinados por Dios para servicio y utilidad de todos sus hijos", y que por ello "la misma Iglesia ha predicado siempre la equitativa distribución de las tierras de cultivo". Ha pedido por eso Juan Pablo II a los responsables de Bolivia que se les dote a los campesinos "de los títulos de propiedad de los que muchos aún carecen".

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