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La derecha francesa acoge con deportividad su derrota

Lluís Bassets

, La victoria electoral de François Mitterrand, que superó en ocho puntos al candidato conservador, Jacques Chirac, ha sido recibida con discreta deportividad por la derecha francesa, excepción hecha del Frente Nacional y del sector más duro del chiraquismo. La Bolsa de París subió ayer al abrir en más de dos puntos, en contraste con la suspensión de cotizaciones que se produjo en 1981 tras la primera elección de Mitterrand. La Prensa conservadora más militante cambió súbitamente el tono de sus informaciones, en una clara demostración de que el presidente de la República adquirió en la noche del domingo el estado de gracia.

Colaboradores próximos del candidato derrotado, que se habían expresado duramente contra Mitterrand al conocerse los resultados, aseguraban ayer por la mañana que no piensan presentar una moción de censura por principio al nuevo Gobierno.Jacques Chirac, candidato derrotado de la mayoría conservadora, presentará con toda probabilidad su dimisión hoy a mediodía al presidente de la República, que procederá inmediatamente a nombrar como nuevo primer ministro a Michel Rocard, según todos los pronósticos.

Los planes de François Mitterrand son que el nuevo jefe del Ejecutivo forme un Gobierno de amplia base con presencia de numerosos ministros socialistas, pero abierto al centro e incluso a la izquierda. Lucien Neuwirth, senador chiraquista y presidente del consejo departamental de Loire, declaró ayer que "el futuro Gobierno debe ser de salvación nacional, con la participación más amplia posible de quienes han comprendido la necesidad de tomar en consideración la nueva realidad política del país" Neuwirth citó una frase del general De Gaulle, pronunciada en 1965, que coincide con la actual posición política de François Mitterrand: "Pretender hacer Francia con una fracción es un grave error".

Nuevo Gobierno

El nuevo Gobierno responderá, según la mayoría de los observadores, al siguiente diseño: un núcleo importante con numerosos barones y cuadros destacados del Partido Socialista (el actual secretario general, Lionel Jospin; los ex ministros Pierre Béregovoy, Michel Delebarre, Jack Lang, Jean-Pierre Chévénement, Roland Dumas) algunos colaboradores personales de Mitterrand (su jefe de gabinete, Jean-Louis Bianco, o los consejeros presidenciales Elisabeth Gigou y Henry Nallet), personalidades independientes (el jurista Pierre Arpaillange, el médico y animador de movimientos humanitarios Bernard Kouchner, el ecologista Brice Lalonde, el ex ministro comunista en dificultades con su partido Marcel Rigout, los empresarios Bernard Tapie, presidente del club de fútbol Olimpic: de Marsella; Jean-Louis Beffa, presidente de Saint-Gobain, y Pierre Bergé, presidente de Yves-Saint Laurent; los banqueros Jean Peyrelevade y Jean-Louis Haberer) y algunos centristas destacados, dispuestos a aceptar el programa del nuevo primer ministro (ex ministros de Giscard como Lionel Stoleru, Michel Durafour o Simone Veil).

El nuevo Gobierno se presentará a la Asamblea Nacional, donde se someterá al voto de confianza. La Unión para la Democracia Francesa (UDF), cuyo comité ejecutivo se reunió ayer por la mañana, decidió no censurar por sistema al nuevo Gobierno, a pesar de que la confederación de centro-derecha se halla fuertemente desgarrada entre los partidarios de la línea dura (François Léotard), los partidarios de la oposición constructiva (Giscard d'Estaing y Raymond Barre) y los partidarios de la alianza (Simone Veil).

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La UDF sería la principal perjudicada de una disolución de la Asamblea Nacional en las actuales condiciones. Según los primeros sondeos, los socialistas obtendrían ahora la mayoría absoluta, y la UDF quedaría reducida al 12%. En la neogaullista Asamblea para la República (RPR), en cambio, son numerosos los partidarios de la disolución, para instalarse como fuerza mayoritaria de la derecha en oposición al socialismo, antes de que éste tenga opotunidad de aliarse con el centro. El RPR obtendría el 26%, mientras que el Frente Nacional bajaría hasta el 8%.

La UDF se halla sometida al chantaje de la disolución inmediata en caso de que se cerrara radicalmente ante la apertura de Mitterrand hacia el centro. En el partido socialista es mayoritaria la opinión favorable a la disolución, a pesar de que no es lo que más le conviene ahora al presidente. La reelección de François Mitterrand subvierte también la correlación de fuerzas en el interior del partido socialista. El regreso al poder de los socialistas coincide con la dimisión de Lionel Jospin como secretario general, anunciada en febrero, en un gesto de disponibilidad para entrar en el Gobierno.

La secretaría general, puesto clave para saltar a la candidatura presidencial, cuenta con dos candidatos destacados: los dos ex primeros ministros socialistas Pierre Mauroy y Laurent Fabius.

La formación del nuevo Gobierno condicionará en buena parte la elección del secretario general, en la que el peso de la opinión de Mitterrand será definitivo.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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