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LA CARRERA HACIA EL ELÍSEO

El Gobierno iraní apuesta por la derecha francesa

Lluís Bassets

, Francia no ha pagado ningún rescate ni ha realizado ninguna concesión a los secuestradores del grupo projomeinista libanés Yihad Islámica por la Liberación de los tres rehenes, según declaró ayer Charles Pasqua, ministro del Interior francés, encargado de la negociación desde el pasado mes de julio, momento de la ruptura de relaciones diplomáticas entre París y Teherán. No parece existir ninguna duda, sin embargo, de que Teherán, con su luz verde a la liberación de los rehenes, ha votado ya en las elecciones presidenciales del próximo domingo, y lo ha hecho a favor de Jacques Chirac, al igual que en 1980 lo hizo a favor de Ronald Reagan y contra Jimmy Carter con el asalto y toma de rehenes de la Embajada de Washington en Teherán.

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Los desmentidos del Gobierno francés a cualquier tipo de concesión a los secuestradores han sido acogidas con escepticismo en las cancillerías occidentales, que en algunos casos, como el británico y el norteamericano han expresado sus reservas sobre la actuación de la diplomacia oficiosa francesa en Oriente Próximo.El ministro de Asuntos Exteriores francés convocó ayer mismo a los embajadores de Washington, Londres, Bonn y Roma para explicar el desenlace de la liberación y comunicarles informaciones sobre sus rehenes.El primer ministro, Jacques Chirac, al pie de la escalerilla del avión que trajo a los rehenes liberados, leyó una declaración en la que agradeció a Irán "su ayuda y sus varias intervenciones, que han permitido la liberación". "Como todo el mundo sabe", añadió, "la liberación de nuestros rehenes se inscribe en el contexto de nuestras relaciones con Irán. Son las autoridades de Teherán las que han intervenido cerca de los secuestradores para que soltaran a nuestros compatriotas". La consecuencia deducida por Chirac es que "el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Francia e Irán puede ser considerado".

Un signo hacia Occidente

Pero el primer ministro francés se erigió en intermediario respecto a otros países occidentales: "Queremos interpretar e retorno de nuestros compatrio tas como un signo en dirección a Francia, pero también a otros países occidentales. Espero de todo corazón que en esta perspectiva los rehenes extranjeros verán pronto la libertad". Catorce occidentales (nueve norteamericanos, dos británicos un alemán, un irlandés y un italiano) se hallan secuestrados en Líbano.

Chirac agradeció la actuación de distintos mediadores, entre los que destaca el presidente sirio, Hafez el Asad, y un misterioso "amigo de Francia y de Irán", presumiblemente el multimillonario libanés maronita Iskandar Safaa, que ha trabajado estrechamente con Jean-Charles Marchiani, hasta ahora el negociador oficioso, elevado desde ayer a la categoría de representante oficial del ministro del Interior francés. El Gobierno francés ha insistido, como en anteriores liberaciones, en que todas las negociaciones se han realizado "de Estado a Estado", y nunca con los secuestradores.

Irán contaba hasta ayer con un amplio contencioso que le había distanciado de Francia hasta la ruptura de relaciones. La devolución de la deuda llamada Eurodif de 1.000 millones de dólares, ya parcialmente satisfecha, el cese del suministro de armas a Irak y la liberación del terrorista shií Anis Nacache y de otros militantes jomeinistas encarcelados en Francia eran las principales reivindicaciones de Teherán. Ninguna de estas reivindicaciones ha sido ni será satisfecha, de creer al Gobierno francés. No se puede descartar, empero, la existencia de un plan para satisfacer gradualmente a Teherán, en uno de los momentos más difíciles de su conflicto con Irak. Ayer por la tarde, el Ministerio del Interior anunciaba la identificación del terrorista que había colocado las bombas de París en 1986 y 1987. Se trataría de un tal Bassam, miembro de Hezbolá, residente hoy en Líbano, y no toda la serie de sospechosos anunciados a bombo y platillo por el Gobierno francés durante los dos últimos años.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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