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Entrevista:

Zahir Sha: "Estoy al servicio del pueblo afgano"

El ex rey, partidario de una transición hacia "un régimen democrático, libre, pacífico y justo"

Zahir Sha se acaba de convertir en el protagonista silencioso de la tragedia afgana, quizá en el único personaje creíble que puede recomponer un país desmoronado por una guerra que ha durado nueve años. Un referéndum realizado hace pocos meses entre los refugiados que viven en Pakistán ha revelado que más del 70% de los refugiados espera la vuelta del ex rey. Incluso el régimen de Kabul le brinda hoy la posibilidad de volver. Y soviéticos y norteamericanos, que han llevado a cabo toda la negociación para resolver la crisis afgana, hacen saber discretamente que Zahir Sha es su candidato. También los indios juegan con gusto la carta del soberano. Sólo los paquistaníes parecen dudar.En medio de estas presiones externas, entrecruzadas, enormes, Zahir Sha se ha convertido en el símbolo de la fragilidad nacional. Durante dos horas, ha hablado mezclando el yo con el nosotros, como le sucede a todo personaje desdoblado, en busca de una identidad perdida.

Pregunta. Los acuerdos de Ginebra han sido firmados, los soviéticos se van, pero ¿volverá usted a Kábul?

Respuesta. El deseo constante de volver es natural en todo patriota afgano. Dicho sentimiento se ha hecho más fuerte, si cabe, para mí cuando he constatado la actitud benévola del pueblo hacia mi persona.

P. ¿Pondría una fecha para su regreso?

R. Para mi vuelta, como para otras cuestiones, es impropio preparar aún un calendario.

P. El presidente Najibulá ha repetido estos días que usted puede desempeñar un papel decisivo en el futuro de Afganistán.

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R. -Esas declaraciones no son nuevas, fueron ya hechas por varias personas en más de una ocasión.

P. Pero usted, ¿cómo responde?

R. El problema no es hoy el de una distribución concreta del poder o una reivindicación personal. No pedimos nada que esté relacionado de algún modo con el pasado. Para nosotros, el verdadero problema es el llegar a una solución política que sea aceptable para la mayoría del pueblo afgano.

P. Usted ha estado mucho tiempo en silencio durante el exilio y hay quien le critica por ello.

R. He sido siempre solidario con nuestro pueblo en su lucha, heroica. En este sentido, me he expresado ya varias veces, con contactos y declaraciones. En los últimos tiempos, he observado un silencio breve, sobre todo respecto a la negociación de Ginebra, para no crear confusión ni malentendidos.

P. ¿Tenía miedo de ser instrumentalizado en estos últimos meses?

R. No tengo la impresión de haber servido como instrumento a nadie.

P. Pero habrá habido una persona o un hecho particular que hayan influido sobre sus decisiones.

R. Ninguna persona, ni nada, me Iba influido en la decisión fundamental, servir a mi patria, porque pienso que en la trágica situación de nuestro país ningún patriota afgano puede permanecer indiferente. Para mí, lo que cuenta por encima de ninguna otra cosa son las aspiraciones del pueblo afgano. Estoy al servicio del pueblo afgano. La decisión de ponerme al servicio de mi país es un sentimiento personal nacido el instante mismo en que los soviéticos entraron en Kabul.

P. Para llegar a la firma de los acuerdos de Ginebra fue necesaria la mediación oficial de Diego Cordovez y la subterránea del industrial norteamericano Armand Hammer, amigo de los soviéticos.

R. Cordovez se dedicó con perseverancia a la negociación, y le estamos muy agradecidos. Tenía un mandato del secretario general de la ONU y la Asamblea General había pedido varias veces la retirada de las fuerzas soviéticas. La mediación de Hammer es otra cosa. Él tiene un vivo interés personal por la causa afgaria y es muy activo.

.P. Alguien piensa que muy activo es sinónimo en este caso de demasiado activo, o sea, que Hammer más bien ha creado problemas.

R. Cada uno es libre de interpretar como quiera las palabras.

P. ¿Cómo debería ser el nuevo sistema político de Afganistán tras la retirada de los soldados soviéticos? El presidente Najibulá ha abandonado la fórmula de la república democrática, de tipo socialista, y ha puesto como primer ministro a un hombre de la resistencia.

R. El nuevo sistema dependerá, de entrada, de la decisión del pueblo afgano, que podrá pronunciarse, llegado el momento oportuno, a través de la Loya Jirga -la Gran Asamblea-, que es una institución tradicional de nuestro país y representa la instancia suprema de la administración del poder.

Convocar la Asamblea

P. Pero esto es un discurso demasiado teórico. ¿Quién deberá, por ejemplo, convocar la asamblea?

R. Deberá ser convocada por petición popular, y sobre ello se está ya trabajando.

P. El panorama político afgano está muy dividido, existen posiciones irreconciliables incluso entre los mismos representantes de la guerrilla.

R. Hay que encontrar un mecanismo de representatividad, y existen tres o cuatro modos de realizarlo. Pero repito que la petición debe tener un origen popular, y a mi parecer esta exigencia existe ya. Aunque no poseo ninguna función oficial, yo apoyaré toda petición de convocar la Loya Jirga.

P. Uno de los dirigentes de la resistencia, Gulbuddin Hekínatyar, jefe de los integristas islámicos, ha afirmado que no hay lugar para usted en el Afganistán de hoy.

R. Esas palabras han sido pronunciadas varias veces y no me sorprenden. Las declaraciones de una persona pertenecen sólo a dicha persona y no representan las palabras de todo un pueblo. De cualquier modo, yo estoy abierto también hacia quienes están en contra mía.

P. ¿Quién gobernará el Afganistán independiente tras la retirada del ejército rojo?

R. Será necesario un Gobierno provisional, que deberá traer la estabilidad al país, organizar la vuelta de cinco millones de refugiados que representan un tercio de la población afgana, poner en pie la economía, garantizar la seguridad y, a renglón seguido, preparar el proyecto de una Constitución que deberá ser sometida a la aprobación de la Loya Jirga. Pero la Gran Asamblea deberá celebrarse en territorio afgano. Al final de todo este proceso, deberá nacer un régimen democrático, libre, pacífico y justo.

P. ¿No prevé una fecha para la inauguración de dicho Gobierno?

R. Tengo que repetir lo ya dicho: hoy es imposible preparar un calendario. Comprendo que usted quiera saber algo más, pero existen preguntas a las que todavía no se pueden responder.

P. Sin embargo, a mediados de mayo los rusos empezarán a irse y, en tres meses, su contingente se habrá reducido a la mitad. Según los expertos militares, ello significa que el régimen filosoviético ya no será capaz de defendérse.

R. Se ha hecho un gran esfuerzo para lograr lo que se ha alcanzado con los acuerdos de GinebraEs preciso ahora un esfuerzo general, también, en el extranjero para asegurar la estabilidad de Afganistán. Y no se pueden olvidar las dificultades económicas que nacen de nueve años de guerra, con miles de casas y pueblos destruidos y el campo abandonado. Hará falta un gran esfuerzo de la comunidad internacional.

P. ¿Quién podría sabotear la reconstrucción de Afganistán?

R. No es necesario que yo haga ningún comentario a esta pregunta.

P. Hay historias de traiciones, trampas, operaciones comerciales que ofuscan la imagen de los guerrilleros. ¿Cuáles han sido los errores de los jefes de la resistencia?

R. No creo que la guerrilla haya cometido errores. Hoy, el mundo entero puede testimoniar sobre los éxitos obtenidos durante los largos años de lucha por la independencia y la libertad, a precio de increíbles sacrificios y sufrimientos. Espero que, al final de los combates, la resistencia vencerá también el desafio de la reconstrucción.

Il Messaggero.

"No hará un baño de sangre"

Pregunta. ¿Cuáles son las diferencias entre la reconciliación nacional prevista por usted y la anunciada por el presidente afgano Mohamed Najibulá?Respuesta. La verdadera reconciliación sólo puede obtenerse a través de la expresión de la voluntad común de la mayoría de los afganos. Ésta es la condición indispensable para obtener la completa independencia, la integridad territorial y el derecho del pueblo afgano a la autodeterminación. Y esto, sin ningún tipo de interferencia extranjera. Pero cuando digo independencia, estoy hablando de una independencia como la decidan los afganos, como la entendemos nosotros.

P. Los elanes tribales ¿conservarán en el futuro la misma importancia que han tenido en el pasado?

R. La estructura de nuestra sociedad es algo muy particular. Ha demostrado su eficacia en la larga y penosa lucha de estos años. Y yo pienso que esta estructura, quizá condicionada por una situación nueva, prevalecerá sobre las otras.

P. ¿Piensa que las relaciones entre Kabul y Moscú, tras la retirada de las tropas soviéticas, volverán a ser normales, como hace 20 o 30 años, durante su reinado?

R. Pienso que Afganistán, por la posición geográfica que ocupa, continuará su política tradicional de neutralidad y de no alineamiento, manteniendo relaciones de buena vecindad con todos los países de la región, incluida la Unión Soviética. Esta política se ha basado siempre sobre los principios de la reciprocidad y de la no injerencia en los asuntos internos.

P. La discusión en Ginebra sobre la línea Durand, entre Afganistán y Pakistán, ha suscitado malentendidos con el Gobierno de Islamabad.

R. Entre ambos países hay una fraternidad islámica y las relaciones son cordiales.

P. Muchos observadores piensan que, tras la salida de los soviéticos, en Kabul se desencadenará una guerra civil, un baño de sangre.

R. No creo que vaya a haber un baño de sangre. Cierto que habrá accidentes y enfrentamientos, pero locales. Y digo esto aun sabiendo que es difícil hacer previsiones, sobre todo para alguien como yo, que vive en el extranjero desde hace 16 años. Pero repito que no debería haber injerencias extranjeras. Es ésta la condición fundamental. En Afganistán, todos están cansados de esta guerra. Y creo que el conflicto ha enseñado una cosa incluso a los grandes de la política mundial: que la paz no puede ser una cosa dividida, cortada a pedazos. La paz no puede existir en una región sin que exista también en las de al lado.

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