Nace un cineasta

David Byrne es uno de los más originales e interesantes representantes de la música rock actual en Estados Unidos. Recientemente pudimos verle, junto a su grupo Talking Heads, en las pantallas españolas, en un admirable filme-concierto realizado por Jonathan Demme, Stop making sense, que es una de las más poderosas aportaciones del cine actual a las gloriosas tradiciones, desde hace años un tanto marchitas, del cine musical norteamericano.Pero David Byrne no es un rockero al uso. Su reino no se limita a proporcionarnos buenos sonidos filtrados por aparatos eléctricos, sino que se ramifica en otros muchos aspectos de la inventiva, tal vez espoleado por la inagotable curiosidad de un personaje que es simultáneamente actor, cantante, showman, compositor, escritor, productor, guionista, director y todo lo que se ponga delante de sus inagotables ganas de manifestar la variedad de su talento.

True stories es la primera -y por lo que vemos en ella no es arriesgado suponer que no será la última- película larga de David Byrne. Se nota en algunas imprecisiones, defectos de construcción y sobre todo en las facilidades que se da a sí mismo en los momentos difíciles, el carácter primerizo del filme. Pero estas imprecisiones, defectos y facilidades son poca cosa comparadas con sus exactitudes, aciertos y hallazgos, que son muchos y de mucho mayor alcance que las lagunas y los yerros.

Se trata de una curiosa película independiente, de escasísimo presupuesto, casi con el extemporáneo sabor a pobreza del viejo cine underground, una pobreza de medios complementaria de la riqueza imaginativa.

Mezcla desenvuelta de poesía e ironía, de ternura y acidez crítica, de sentido de lo cotidiano y de lo insólito, True stories tiene gracia, fuerza y magníficas maneras, y sobre todo tiene el sello de distinción que acompaña indefectiblemente a todo cuanto hace su autor, la huella de un estilo.

Byrne compagina con soltura el tono documental con otro tono limítrofe con la fantasía, pero que jamás entra en ella, quedándose en un medio camino inédito, casi inesperado, anuncio de un cineasta con caligrafía propia.