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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El trabajo de las mujeres

Después de leer la carta publicada en su periódico el lunes 21 de marzo de 1988 y firmada por Benjamín Rabanillo, de Mombuey, Zamora, no sé si me siento más indignada que ofendida, o viceversa. Aunque la carta no tiene desperdicio en su totalidad, sólo voy a entrar en los puntos relacionados con las mujeres.Señor Rabanillo, ¿no se ha enterado usted de que la Constitución española reconoce el derecho al trabajo a todas las personas, y, aunque no lo crea, las mujeres también somos personas? ¿Cómo se atreve a quitarnos un derecho que hemos conseguido gracias a nuestro esfuerzo durante muchos años? Me parece perfecto que la mujer decida por su propia voluntad ser ama de casa, pero no puede ser obligada a ello (ni siquiera con una beca) ni por usted ni por nadie.

Menos mal que un sector de nosotras (malvadas ladronas de puestos de trabajo) podemos ser compatibles con un trabajo fuera de casa; somos las tituladas universitarias, que por desgracia para usted y todos los que piensan como usted cada día somos más. Somos muchas las que preferimos seguir teniendo condición de obreras que ser 'reinas, del hogar", enclaustradas entre cuatro paredes y sin saber qué pasa en el mundo.

Decir que el trabajo de la mujer fuera de casa lleva a los hijos a "vicios irreversibles" es, como mínimo, una afirmación simplista y falta de verdad- Y me siento ofendida por sus afirmaciones de que las mujeres no damos beneficios a las empresas. Sepa usted, por Rabanillo, que está demostrado estadísticamente que las mujeres rinden más que los hombres en los mismos puestos de trabajo, y esto es así porque siempre hemos estado consideradas como menos eficientes y debemos demostrar a cada momento que esto no es cierto.

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La solución al paro no pasa porque vuelvan las mujeres a casa; hay otras soluciones, pero seguro que no son tan sencilla. Ya ve, señor Rabanillo, su idea ya había sido concebida por otros, pero son más prudentes y callan. No sólo no puede ser exigibIe lo que usted propone, sino que ni siquiera debe ser aconsejable; es más, ni siquiera se debe volver a hablar de ello.Grup de Dones -Independents de Castello.

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