La sanidad pública
Quiero denunciar un caso que es relativamente frecuente en los últimos años en la sanidad pública. Mi padre, de 64 años, ingresó el día 13 de noviembre del pasado año en el hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona como consecuencia de una embolia. Tras un mes y algunos días de ingreso le encontraron el origen de su mal: un cáncer primario de pulmón con metástasis cerebral, por lo que se le dio de alta el 19 de diciembre, con una esperanza de vida de pocos meses.Posteriormente al alta, mi familia hizo todo lo humanamente posible para que él no supiera la enfermedad que padecía, a pesar de la opinión médica que consideraba que el paciente tenía derecho a conocer la verdad.
El día 27 de enero del presente año mi padre empezó a delirar, hacía dos días que no ingería alimentos ni bebidas y presentaba problemas de asfixia. Por todo ello llamamos al médico de urgencia, que nos recomendó el ingreso hospitalario.
Cuando llegamos al hospital de San Pablo, cuál fue nuestra sorpresa e indignación al comprobar que se denegaba el ingreso a mi padre. El médico encargado de la selección de pacientes nos dijo que sólo quedaban cuatro camas y que serían para pacientes con esperanza de vida, ya que a él podrían quedarle como máximo 20 días de existencia.
Mi padre permaneció durante dos horas en el pasillo de urgencias mientras nosotros hacíamos gestiones infructuosas dentro del mismo hospital, ya que todos los médicos nos contestaban que la responsabilidad del ingreso era del médico encargado de ello. Inclusive, nos encontramos con la sorpresa de que la asistente social estaba llamando a otros centros, que nosotros creíamos que eran instituciones médicas, pero que eran asilos para ancianos. Nosotros queríamos para nuestro padre asistencia médica hasta el último momento de su vida y no abandonado en un asilo.
El médico encargado de ingresos nos advirtió que en ningún centro hospitalario admitirían a un paciente de estas características, pero a pesar de ello nos dirigimos al más próximo, que era La Alianza, cuyos médicos criticaron la gestión profesional de San Pablo y lo admitieron rápidamente. A las seis horas de ingresar en este último centro, mi padre murió.
Señor director, en la Constitución se consagra como derecho fundamental el de la vida. La ley General de Sanidad expone que el ingreso de un paciente se hará mediante una lista de espera única sin que pueda existir criterios de discriminación. Después de 50 años de cotización a la Seguridad Social ¿qué contraprestación tuvo mi padre? ¿Hasta cuándo tendremos que sufrir los ciudadanos la mala gestión de esta institución?-
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