Un cierto encanto
Recién llegada de Berlín, recién salida de una polémica político administrativa, recién elegida para la sesión de entrega de premios de cinematografía de la Generalitat, El vent de I'illa es una película que acumula sobre sus espaldas una serie de compromisos excesivos. Se ha querido que Gerard Gormezano redimiera al cine catalán de todas sus, culpas recientes y que, a través de su filme, nos reconciliáramos con la tradición y el experimentalismo, la historia y el presente. Demasiada responsabilidad para un director debutante.El vent de l'illa narra las andanzas menorquinas de John Armstrong, un ingeniero irlandés que entre 1740 y 174.2 escribió, en forma epistolar, su The, History of the Island of Menorca. A partir de esa muy leve trama argumental, Gormezano intenta desarrollar un meticuloso trabajo de puesta en escena que conecta con una reflexión pictórica.
El vent de l'illa
Director y guionista: Gerard Gormezano. Intérpretes: Simon Kassel, Mara Truscana, Ona Planas, El Increíble Orlando, Anthony Píley, Pitus Costa, Máxim Pérez y Ñaco Nadal Productor, Manuel Valls. Fotografía: Xavier Gil. Música: Robert Schumann y Alexandro Marcello. Dirección artística: Balter Gallart. Española, 1988. Cine Bellas Artes (V. 0.).
Decorado histórico
Una utilización austera del decorado histórico y una preferencia por una interpretación distanciada son los dos elementos externos más evidentes del filme, que encuentra en su empleo de los fundidos y los encadenados su poética narrativa, un tipo de puntuación que el realismo televisivo dominante ha arrinconado.Los límites del envite: tienen tres orígenes: las limitaciones técnicas del producto, las de los actores y las del guión. Respecto a las primeras vale la pena señalar que la fotografía no está a la altura de las exigencias, incapaz de mantener un raccord de luz e ir más allá de la belleza del objeto fotografiado. En relación con los actores es imposible sustraerse a la sensación de que la opción desdramatizadora se debe más a la escasa experiencia o técnica interpretativa de los actores que a una decisión verdaderamente libre y deseada, sensación a la que sólo escapa Mara Truscana. Por último queda, precisamente, el problema del guión, que fue becado por la Generalitat. Aquí las limitaciones surgen de la ingenuidad dramatúrgica de Gormezano, que tiende perezosamente los hilos de una intriga y luego ni tan sólo se preocupa por recogerlos. El vent de l'ìlla casi justifica hablar de un grado cero de ficción, tan cándida es la actitud del director-guionista. La. sorpresa, el ingenio argumental, son valores inexistentes en El vent,de l`illa, que confía ciegamente: en la magia del paisaje.
El vent de l'illa es, con todos sus defectos, un filme dotado de un extraño encanto y el primero de un director al que hay que obligar a mucho más. Gerard Gormezano no es el clásico debutante del que no es razonable esperar nada, sino una esperanza justificada, alguien que tiene ambición y capacidad para narrar y sugerir con imágenes.
Babelia
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