Fumar y no fumar
Cuando supe que el Gobierno iba a promulgar una nueva legislación antitabaco me eché a temblar. Sabía que rápidamente toda una legión de airados fumadores pondría el grito en el cielo, ya que estaban siendo perseguidos por una nueva inquisición en una de sus libertades personales como es fumar, que yo llamaría poder asfixiar a los demás que no fuman o que no fuman en público. Lo que no imaginé ni por un momento era que esta fiebre de autopersecución llegaría tanto a los editorialistas de EL PAÍS como al escritor Vázquez Montalbán. El autor de La rosa de Alejandría llega a mantener una tesis tan cínica y falta de contenido intelectual que da la sensación que su artículo del lunes 7 de marzo no ha sido firmado por él. Él afirma que combatir el tabaco es una estupidez ya que existen fuentes de contaminación más importantes como el humo de los coches, las fábricas y las centrales nucleares. Por esa regla de tres no debiera combatirse el atraco del navajero de la esquina, ya que existen robos peores como los grandes desfalcos o las mafias organizadas.Pasa a la página siguiente
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Yo creo que con esa tímida legislación no se trata de meter a nadie en un campo de concentración, sino de proteger el derecho que todos tenemos a no respirar los humos de otros y que nadie esté obligado a respirar los nuestros.
Creo que fumar es un vicio más en el que cada cual acepta un riesgo personal como en la bebida, pero no por ello tenemos que obligar a los demás a aceptar el mismo riesgo. Un escritor afirmó recientemente: "Prefiero un borracho a un fumador, por lo menos el borracho no obliga a los demás a beber contra su voluntad".
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