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Los casos de eutanasia entre menores de 20 años son cada vez más frecuentes en Holanda

Isabel Ferrer

La práctica de la eutanasia y la falta de acuerdo sobre un normativa que la regule han vuelto a sacudir a la sociedad holandesa cuando una madre intentó poner fin al drama de us hijo de 20 años, que lleva 15 en estado de coma. Sólo consiguió hacerle una herida en el cuello con un cuchillo, y los tribunales la pusieron en libertad sin cargos. Em aquella ocasión, el muchacho no podía comuncarse son su madre. Otras veces han sido los propios enfermos jóvenes quienes ha solicitado a su médico que les ayude a morir. El doctor P. A. Voûte, oncólogo pediátrico del hospital infantil Emma, de Amsterdam, admite que la situación se produce hasta seis veces al año.

Lo malo del cáncer es la palabra", afírma Voúte. "Todo el nundo reacciona de forma negativa al principio, y lo cierto es que el tratamiento puede curarlo en un 70% de las veces". Lo dice Ion franqueza, y así reconocerá uego la sorpresa que le produjo, a primera vez, la petición de eutanasia formulada por uno de sus jóvenes pacientes. "Me asombró la confianza que había depositado en mí. Le dije que le facilitaría lo necesario, pero nunca se lo administraría. Estoy a favor de una muerte honorable, pero es un acto íntimo que debe realizar uno mismo". Su caso ha sido largamente discutido por la justicia holandesa, pero no cree que tenga problemas por lo que él califica de actos humanitarios. 'Tampoco me parece que una ley solucione el problema, porque, de aprobarse, no se cumpliría probablemente".Los enfermos que el doctor Voúte atiende en el departamento de oncología del hospital Emma tienen hasta 20 años, y romparten una enfermedad de nombre ten-úble y un deseo: curarse y llevar una vida normal.Algunos añaden un viaje de regreso a su país de origen, ya que proceden de Indonesia, Estados Unidos o Italia. El especialista no recuerda un solo caso en que su paciente quisiera morir. La eutanasia apareció cuando ya no existían posibilidades de curación y el desenlace iba a producirse en cualquier momento. "Si un enfermo me dice honestámente que no quiere continuar, le ayudaré. No se lo propondría jamás, pero sé que ha luchado con valentía por su vida, y en ese mo.mento ya no soy su médico. Soy una persona que mantiene una actitud humanitaria y no me fijo en las repercusiones legales".

A los jóvenes que le pidieron que practicara la eutanasia con ellos les aconsejó que lo pensaran de nuevo porque tal decisión era irreversible. "Sólo cuando todo está claro pido al farmacéutico, a mi nombre, lo-necesario, y les envío a sus casas. Nadie quiere morir en un hospital". Como el médico de cabecera debe administrar las drogas que el oncólogo ha prescrito, y firmará también el certificado de defimción, debe ponerse en contacto con él.En una sola ocasión le dijeron que no certificarían una muerte así. Las familias de estos enfermos no han representado nunca un problema,' pues discutieron abiertamente el asunto con un hijo al que no querían ver suffir más. Una vez, un joven le dijo a Voúte que quería morir en una -isla del Pacífico, junto a su novia.

El médico le recordó los problemas que ella tendría para traer su cuerpo de nuevo a Holanda, y el muchacho decidió que era mejor hacerlo en casa.

Paraiso

"Mire", dice el médico holandés, "hablamos mucho del paraíso, y la eutanasia no es más que una muerte bella. Hay un momento, al final, en que el equilibrio del oxígeno que necesita el cerebro para vivir es inestable. He conocido niños que veían el paraíso y luego fallecían. No me parece necesario conectarlos a un respirador incapaz de devolverles la facultad de pensar".

Voúte no se cansa de repetir que la eutanasia es una práctica antigua, pero reconoce que le resultaría muy difícil actuar así con un enfermo que no pudiera hablar con él y expresarle sus deseos. "Eso sería un caso de eutanasia pura, y- quizá lo mejor sea no empezar el tratamiento en un caso de coma irreversible, tras un accidente, por ejemplo; luego es muy complicado retroceder". Hace pocos meses, en una conversación con varios colegas españoles, discutió los términos de la eutanasia y sus límites. Le dijeIon que ellos administraban calmantes contra el dolor producido por la enfermedad, y a veces, en esa fase, el paciente fallecía. Según el oncólogo holandés, tal práctica es menos honesta y priva al enfermo de la consciencia final, algo que ninguno de sus pacientes quería perder.

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