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Manfiestaciones y brotes nacionalistas en la república soviética de Armenia

Pilar Bonet

La capital de la República Socialista Soviética de Armenia, Eriván, se veía afectada ayer por nuevos brotes de nacionalismo, que continuaban las manifestaciones de protesta registradas en los últimos días en la zona del Cáucaso, donde las reivindicaciones territoriales se han mezclado con la preocupación ecológica. El origen del conflicto se encuentra en la región autonómica de Nagorno-Karabaj, un territorio históricamente armenio que está bajo la jurisdicción de la República de Azerbajan, a pesar de una decisión de 1920 que establecía su devolución a Armenia, la república soviética de menor tamaño de la URSS.

Dos altos representantes de la dirección política soviética, ambos miembros suplentes del Politburó, Georgui Razumovski y Piotr Demichev, fueron enviados a la ciudad de Stepanakert, capital de Nagorno-Karabaj, para hacerse cargo de la situación.Razumovski, que es secretario del comité central y responsable de la política de técnicos del PCUS, manifestó que las acciones y exigencias de revisar la actual división territorial "van en contra de los intereses de los trabajadores de Azerbajan y Armenia (...) perjudican las relaciones entre las nacionalidades" y pueden "tener serias consecuencias (...) si no se toman ahora las medidas correspondientes".

El primer secretario del partido en Nagorno-Karabaj fue relevado del cargo. La agencia Tass informó que Boris Kevorkov había sido sustituido, a causa de "deficiencias en su trabajo", por Genrij Pogosian, primer vicepresidente de la asamblea.

La organización del partido local estuvo de acuerdo en calificar de "seria" la situación, coincidiendo con con la valoración del Comité Central del PCUS. El partido decidió intensificar el trabajo ideológico para solucionar los problemas nacionales. El nuevo primer secretario de Nagorno-Karabaj tiene 57 años, es armenio y desde 1985 era vicepresidente del órgano de Gobierno local (el Soviet regional).

En Eriván hubo una reunión de cuadros del partido, que discutieron "medidas de normalización de la situación" relacionadas con los acontecimientos en Nagorno-Karabaj. En Baku, apareció en la televisión el presidente del Soviet Supremo de la República y dijo que la situación era "tranquila y de trabajo".

Los problemas nacionalistas en el Cáucaso se han sumado a los existentes en las repúblicas del Báltico, donde las autoridades soviéticas se han aplicado a fondo para evitar manifestaciones de carácter independentista. Mijail Gorbachov propuso recientemente celebrar un pleno del comité central para abordar los problemas nacionales en la URSS.

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La visita de los altos funcionarios de Moscú a Stepanakert trataba de atajar más de 10 días de disturbios. El 20 de febrero, un grupo de diputados del Soviet de la ciudad adoptó y publicó en la Prensa local una resolución en armenio y en ruso pidiendo que se examinara la cuestión de la transferencia de Nagorno-Karabaj, donde la mayoría de la población es armenia, al territorio de la República de Armenia. Según el periódico Izveztia, el 11 de febrero comenzaron a circular octavillas, llamadas y cartas abiertas en Stepanakert. El 13 de febrero se organizó un mitin ante la sede local del partido, en tanto que cientos de niños dejaron de ir a la escuela y parte de los estudiantes del Instituto Pedagógico faltaban a las clases y se celebraban mítines en las ciudades de Najicheban y Agdama.

El disidente moscovita Alexander Ogorodnikov, con muy buenas relaciones en los círculos disidentes armenios, manifestaba ayer a este periódico que en Eriván se habían registrado ayer manifestaciones estudiantiles y que la industria más importante se encontraba paralizada. Ogorodnikov calculaba que el día anterior 120.000 personas habían participado en manifestaciones nacionalistas en las calles de Eriván.

El portavoz del Ministerio de Exteriores, Guenadi Guerasimov, confirmaba ayer que se habían registrado manifestaciones, pero no dio detalles sobre el número de participantes.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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