Oposiciones abiertas

En relación con la carta de F. Álvarez Vijande Oposiciones a Correos, publicada el pasado día 3, estoy de acuerdo con la protesta de quien -inscrito o no en el Inem- se presenta a unas oposiciones, en principio abiertas, y se encuentra que debe competir con otras personas que han trabajado previamente como eventuales en las mismas plazas a las que opositan, por lo que parten con casi la mitad de puntuación de ventaja.Pero creo que hay que tener en cuenta otros aspectos. Normativamente, si el contrato previo ha sido realmente eventual, no puede puntuar en unas oposiciones. Hay vías legales para recurrir una convocatoria defectuosa, pero lógicamente se debe denunciar antes, no después, cuando uno ha quedado excluido.

La persona que ha estado trabajando con uno o varios contratos eventuales es de esperar que considere tener algún derecho a la plaza a la que absurdamente se le hace concursar. Esta desagradable situación para ambos casos -el de quien quiere trabajo y el de quien ya lo tenía- no se daría si, como insiste Comisiones Obreras, la Administración únicamente contratara eventualmente para tareas claramente temporales, y no para tareas fijas, como acostumbra a hacer, incumpliendo su propia normativa.

Ahora bien, para que así fuera deberían planificarse las necesidades antes de que se acumule el trabajo. La Administración debe adecuar medios para que los servicios públicos cumplan su cometido, y también la opinión pública debe mentafizarse de que no sobran funcionarios (España es de los países europeos que menos empleados públicos tiene proporcionalmente). Otro tema es si están mal distribuidos, no controlados y mal pagados.

El ciudadano puede y debe exigir mejores servicios públicos, lo que supone dotarlos de medios humanos y materiales adecuados. Y debería también tener expectativas de empleo en la Administración, con un ingreso en ella planificado, en igualdad de oportunidades, y no tercermundista, como muy bien se denuncia en la carta que ha motivado ésta.-