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El hacha de Carlucci cae sobre el Pentágono

Francisco G. Basterra

Ronald Reagan abandonará la presidencia sin ver cumplido su objetivo de una Marina de 600 barcos. Su último presupuesto acaba, efectivamente, con el rearme que inició en 1981. Contempla unos ejércitos más pequeños, pero de más calidad. Pide para el Pentágono 299.000 millones de dólares para el año fiscal 1989 (291.000 millones en 1988), lo que supone una reducción real de un 1% sobre el año anterior, una vez ajustada la inflación.Frank Carlucci, secretario de Defensa, antes de que el Congreso guillotine el presupuesto del Pentágono ha preferido hacerlo él mismo, recortando 33.000 millones de dólares. La guerra de las galaxias recibe en el presupuesto 4.500 millones de dólares, 1.700 millones menos de lo que el Pentágono quería, pero 900 más de lo aprobado por el Congreso el pasado año. Los expertos ya hablan de que con este dinero se retrasará la decisión de desplegar o no el escudo espacial. Algo inconcebible en los tiempos de su antecesor, Caspar Weinberger.

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Pero la realidad del gigantesco déficit fiscal -Reagan llegó al poder con 78.000 millones de dólares de números rojos, y dejará a su sucesor 130.000 millones- y la sensación de que EE UU es ya suficientemente fuerte, y los ciudadanos se oponen a seguir gastando más en armas, explican los severos recortes que sufre el Pentágono. Estos números "sugieren el amanecer de un nuevo realismo fiscal en el Departamento de Defensa", dijo ayer el senador demócrata Sam Nunn, presidente del Comité de Servicios Armados del Senado.

"Obviamente, aumentamos el riesgo con estos recortes", explica Carlucci, mientras que el presidente dice que éste es el techo mínimo para mantener la seguridad nacional. El presupuesto propone la disminución de 36.000 militares en activo y elimina de un plumazo 18 nuevos sistemas de armas. Entre ellos, el misil intercontinental movil Midgetman.

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